Capítulo 1

77 8 8
                                    

Narra Ruby:

Cuando suena la alarma de mi reloj, ya estoy despierta y ya me he cambiado, un short rojo y una playera negra como suelo vestirme, me ato las agujetas de mis tenis viejos y agarro mi sudadera roja que tanto me gusta del pequeño closet.
Cierro cuidadosamente la puerta y acto seguido corro hasta la salida del orfanato, tratando de no hacer tanto ruido.
Cuando llego a la puerta principal, está cerrada con un candado y una cadena, tal vez fue porque ya se hartaron de que salga sin permiso todas las mañanas, pero aunque lo pidiera, sé que no me dejarían...pero... Por suerte... Es mi último día aquí!!! No más reglas!
Veo una ventana abierta y salgo por ahí, aunque me cuesta trabajo, logro hacerlo, caigo sobre el césped aún mojado por la lluvia de anoche y me raspo las rodillas al caer, me paro un momento a ver que tan fuerte fué, lo bueno es que fueron rayones pequeños sin sangre ni nada aunque eso sí... arde un poco, entonces en ese momento recuerdo que traigo varios curitas que tomé del botiquín de la enfermería en las bolsas de mi sudadera, saco uno y me lo pongo con cuidado, guardo el sobre en mi bolsillo después de hacerlo bolita y sigo corriendo.
El sol está por salir y todo huele muy fresco, los pájaros empiezan a cantar y los primeros rayos empiezan a verse después de un rato de continuar corriendo, esto es lo que me encanta hacer, es increíble como el viento me llega directo al rostro, amo ser libre, y hoy, al fin mi mayor sueño se hará realidad... salir de aquí.

Para cuando regreso ya son las 9:30 de la mañana, subo con cuidado la ventana por donde salí y entro de nuevo a mi prisión, trato de no caer pero cuando me doy cuenta, ya estoy en el suelo, después de sentir dolor.
Para cuando volteo, ahí están las madres, me miran como si fuera una niña que volvió a hacer algo malo, cuando no es así, una de ellas sorprendentemente me ayuda a levantarme y me pregunta algo que nunca pensé que oiría en mi vida...

-¿cómo te fué, querida?- lo preguntó de una forma muy dulce con su voz gruesa.

-umm... Pues muy bien, gracias? El día está fresco y agradable- contesto después de sacudirme el polvo de mi trasero.

-¡Oh! ¡Eso es maravilloso!- dice sarcásticamente la otra- ¿no pudiste esperar hasta que el taxi viniera por ti, jovencita?- termina resaltando lo último.

La miro por unos segundos pensando en la cara que pondrá con mi respuesta...

-Nooouuppp...- alargo los labios en forma de pato. A ella en especial le molesta cuando no me importan las razones por las que se enoja conmigo, para ella soy un espécimen raro que es indomable y rebelde.. Además de Im-pru-den-te.

-¡¡¡sólo ve por tus cosas niña!!!-me grita regañándome aún más.

La otra madre se le queda viendo de forma sorprendida ya que no está muy bien eso de que le griten a un niño.

-¡Prudencia!- le llama la atención de forma graciosa por su voz - ¡no le grites a la niña!- la mira con cara enojada.

Ella sólo desvía la mirada y se cruza de brazos, -sólo ve por tus cosas, el taxi ya está por llegar- dice de manera firme, haciendo unos movimientos con la mano en señal de que me largue de una vez.

La otra madre me sonríe y asiente con la cabeza, las miro raro a ambas mientras trato de sonreír? O algo parecido...?

Camino cruzando los pasillos hasta llegar a mi habitación, que antes era la bodega donde guardaban los materiales de limpieza, ¿cómo se volvió mi habitación? Pues cuando cumplí 12 años me empezó esa odiosa cosa de cada mes...y para en ese entonces yo era la más grande aquí... Así que obviamente todos los niños se preguntaban qué me pasaba...y fue algo gracioso ya que yo tampoco tenía idea de lo que me sucedía.
Recuerdo que desperté felizmente, bajando de mi cama a despertar a las otras niñas, y fué cuando una de ellas gritó de horror al verme de espaldas, me giré a ver que era y vi a un montón de niñas asustadas, a duras penas una de ellas señaló mi trasero y fue grande la sorpresa... Tanto que me uní a su grito.
Las madres me explicaron con algunos detalles lo que pasaba, pero tanto fue su morbo que me mandaron a leer un libro sobre la pubertad....y me traumé un poquito... Sólo poquito...
Fue así como me dieron esta "habitación", para tener mi privacidad, aunque no me agradaba mucho la idea de quedarme sola, pero me acostumbré muy rápido.

Cuando abro la puerta y entro, hay algunas niñas metiendo mis pocas cosas en la maleta que me dieron las madres.
Entre ellas está Jenny, mi hermanita de 8 años...o bueno.. Más bien la "adopté" mentalmente como mi hermanita... Ya que yo siempre la cuidé desde que llegó.
Ella se da cuenta de mi presencia y corre a abrazame, mientras me ruega que no la deje. Acaricio su liso y corto cabello tratando de consolarla.

-¡Ruby no te vallas!¡no me dejes aquí!-empieza a llorar.

Eso me parte el corazón en pedazos, así que tomo con delicadeza sus mejillas, haciendo que me mire.

-hey...-llamo su atención- ya hablamos sobre esto, no aguanto verte llorar...tú lo sabes... Además, no te prometí que vendría a verte cada fin de mes?- le sonrío.

-¡pero quiero ir contigo!-

-Jenny... no puedes venir conmigo, tú también lo sabes... ¿Verdad?-

-si...-se sorbe la naríz

-te prometo que te vendré a ver, nunca te abandonaré, ¿recuerdas nuestro acuerdo? Cuando crezca, vendré a adoptarte- le recuerdo, ya que esto la hace muy feliz, y a mí también porque al fin estaremos juntas sin ningún problema o alto.

-está bien...-me contesta sonriendo.

Salimos de la habitación todas juntas, yo al frente con mi maleta en mano seguida por todas las niñitas. Caminamos por todo el pasillo hasta llegar a la puerta principal, donde nos esperan todas las madres, vestidas con su traje de monja y sus miradas centrándose en mí.
La madre Joseline está en medio de todas ellas, con una cara sonriente como siempre, con su velo negro en la cabeza y nada de maquillaje en el rostro ya que es muy hermosa... Hasta habían rumores de que ella era la mismísima María en persona y yo lo creía.
Ella solamente abre los brazos y corro hasta ella dejando caer mi maleta.

-Aún recuerdo el día en que llegaste pequeña...- susurra mientras acaricia mi rizado cabello- Eras solo un bebé, y mírate! Eres toda una bella jovencita!- exclama sonriendo.

-Gracias... Por todo... Por siempre haberme cuidado y ser, mi familia-sonrío.

-Fué un gusto haberlo hecho...-dice, cambiando su rostro a una mueca de que se acordó de algo, y así fué ya que sacó de su bolsillo un sobre. -Esto te pertenece... Creo que te dará la fuerza y alegría suficiente para continuar con tu vida, es un mensaje de ellos.-

Cuando escucho eso, un escalofrío recorre mi cuerpo. ¿De ellos? ¿De aquellas personas a las cuales anhelé toda mi vida? Wow... No me lo podía creer.
Miro por un segundo el sobre, tan blanco que me da frío, es mediano y tiene algo escrito por detrás.
Lo tomo con inseguridad y siento las pequeñas arrugas del papel.

-Gracias...- digo con una voz quebradiza.

-te deseo lo mejor en tu vida, mi pequeña Ruby, recuerda que puedes venir cuando quieras, después de todo, este es tu hogar- me acaricia la mejilla, acercándose para besarme la frente. Sin duda alguna, ella era un ángel... El mejor Ángel que pudo cuidarme.

Le doy las gracias​ a todas las madres, junto con un pequeño discurso de cuanto las voy a extrañar.
Agarro mis cosas y abro la puerta principal para ver mi ruta hacia​ la libertad.
El taxi ya está esperándome, así que solo veo a todos una última vez y sonrío, susurrando por última vez "Gracias" y me subo al auto. Ahora solo queda un camino hacia adelante.

La verdad me duele dejar el orfanato, ya que es mi único hogar...Y es aquí donde me pregunto...

¿Qué me espera en el futuro?

Girls Like Girls (Rupphire Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora