Me encontraba parada en la esquina de una sala de espera, en un hospital. Un enfermero salió a nombrar el nombre de un paciente, llegó un familiar; una señora respondiendo y su cara se tensó preocupada.
Me puse a pensar y tratar de sentir un poco el dolor ageno, lo que sienten enfermos y familiares, un pequeño salió de un consultorio con su madre andando, se le notaban ojeras de desveló y los ojos algo inflamados de tanto llorar, el pequeño no podía hablar bien, tenía manchas por todo el cuerpo, la gente estaba amontonada en la entrada y no les permitía pasar, a lo que hable:
–Señora, a un lado por favor, van a pasar.
–Gracias. –Agradeció la madre del niño con una sonrisa forzada.
–De nada. –Sonreí.
Para mi el tiempo termino en ese hospital, con escencia de tristeza y agonía. Pero por desgracia tenía que volver al siguiente día, está vez lo que ví casi me hace llorar.
Una hambulancia entro, y de ella bajaron a un señor con un enorme tubo de oxigeno sus ojos estaban hinchados y muy morados, tenía poco cabello y su piel estaba demasiado palida, una persona mayor agonizante, sus familiares lloraban con miedo y desesperación.
Seguí mi camino, y está vez vi a un señor de pie haciendo una llamada telefónica dando la noticia de que había fallecido ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? De ninguna tengo respuesta, tenía tantas ganas de poder darle un abrazo reconfortante, decirle que lo siento y que entiendo, pero ¿realmente entendemos y sentimos el dolor ageno, o lo que sienten en ese momento las personas?

ESTÁS LEYENDO
Yo.
De TodoEsta sólo es una pequeña parte de todos mis escritos, una pequeña parte de mi corazón que está resumida en estas letras... Cada escrito está dedicado a cada una de las buenas y malas personas que se encuentran en mi vida día a día.