8:00 Pm - Una Mala Noche

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Divagar se a convertido de un pasatiempo a una adicción, cuanta razón tenía aquel que dijo "Todo tiempo pasado fue mejor" pese a mi actual condición cualquiera podría pensar que no se me da eso del estudio, que no tengo la capacidad de otros, que no tengo talentos, que no tengo ambiciones, quizás sea cierto, ya no poseo nada de eso, le di al mundo lo que tenía, pero solo querían aquello que no tenía, y ahora que lo tengo buscan lo que deje atrás, son las 8:19 de la noche, estoy en un bar en una esquina de la calle octava de esta roída y hueca ciudad sin nombre, para mi no tiene nombre, y viceversa. llevo una docena de licor, y es extraño, a estas alturas mi hígado debió ceder al dulce alcohol y dejarme ver el mundo de los miserables, pero no ha pasado nada mas que un ligero mareo, estaba a punto de rematar el ultimo trago cuando escuché un grito femenino proveniente de la calle continua, un bulevar con faros intermitentes, las luces, las calles, hasta las casas, todo en esta ciudad se degenera, hace poco hubo un asesinato por los alrededores , curiosamente me atrae un poco mas este bar por ese mismo hecho, quizás encuentre mi final por mano de alguien anónimo y el momento de mi muerte me tome ebrio, no podría arrepentirme de nada en ese momento. deje mi bebida y pagué mi cuenta sin observar ni siquiera el dinero que estaba dando, tengo la certeza de que pagué de mas a la chica de bar, pero a ella le da lo mismo y a mi no me importa, caminé disimulando el mareo hacia la calle del grito, varias casas vacías y otras antiguas, grafitis de jóvenes con un camino tan perdido como el mio, miro alrededor y solo hay algunos faros prendidos, sombras de bancas y basureros fijos rotos, casi puedo oler los sueños de esta calle, para mis 24 años me puedo dar cuenta que la vida se pasa en un abrir y cerrar de ojos, aveces la genialidad es opacada por lo frío del mundo, y esta calle sabe muy bien mi historia, igual que todas, la calle se llena de silencio y solo mis pisadas resuenan cuanto mas me adentro en esta jodida calle, un asaltante sale de un callejón y me detiene por un momento, no puedo ver su cara, su chaqueta y gafas oscuras dificultan mi visión y ademas mi estado no ayuda, el asaltante me pide mi celular, billetera, hasta mi reloj, y me muestra una navaja del tamaño de un bolígrafo, solo lo miro fijamente, pensé que quizás era el causante de el grito femenino de hace un rato, quizás esa chica se negó, pero no concuerda con este sujeto, no tiene sangre ni en las mangas o la navaja quizás si fue pero no la hirió, a lo mejor solo le quitó un bolso, o algo por el estilo, aun esperaba mi respuesta, se dio cuenta de que estaba ebrio por la demora de mi respuesta, normalmente no tardo tanto en analizar estas situaciones, el asaltante notó que no iba a cooperar con su petición y me amenazó de nuevo, esta vez acercando su arma a mi garganta, pensé con calma mi movimiento, con una mano abierta lentamente separé el cuchillo de mi cuello mientras al mismo tiempo con la otra fingía sacar algo de mi bolsillo, el ladrón se confió, tomé el brazo armado y golpee al tipo en la cara con mi otra mano repetidas veces. me pateó el abdomen y calló al suelo, sus gafas oscuras se cayeron y la luz del farol se encendió, vi su cara mientras se levantaba maldiciendo, su nombre era Jerry Díaz, un chico de barrio que fue amigo mio, y ahora su mirada expresa angustia, ¿que le pasó al chico que quería jugar en el mundial de fútbol? está muerto, el y sus sueños perecieron bajo el poder de estas calles que nadie recordará con agrado, -Jerry, suelta eso, soy Nick, Nick Roman- me miró con asombro y soltó su arma cuando segundos antes planeaba apuñalarme sin mas, -¿Nick? ¿Que diablos haces aquí?- parecía confundido y apenado, parece que olvidó que en el barrio nadie pedía los juguetes de otros, y menos con amenazas, -Sígueme, los otros van a querer conocerte- me dijo como si se tratara de un reencuentro satisfactorio de compañeros de clase, como si yo volviera a mis raíces, era patético pero no soy quien para negarme, -¿Que otros? ¿ladrones, adictos, putas? ¿qué debo esperar de "los otros"?- el se detuvo un momento y agachó la cabeza, parecía algo decepcionado y en especial furioso, por su destino, por su evidente final en el cual no caerá ni una lagrima, era la perfecta unión de lastima y orgullo, decidí dejar de preguntar y caminé a su lado dándole una palmada en la espalda, sea a donde sea que me lleve quizás explique el grito de hace rato.

Black BoulevardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora