Capítulo 1

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Es la primera vez que escribo algo original y además en wattpad así que estoy un tanto nerviosa pero espero que esta historia sea de su agrado nwn

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Capítulo 1

Es divertido ver cómo los seres humanos hacen lo imposible para alcanzar el cielo sin saber que no hay forma de que lleguen ahí. No importa lo que hagas o qué tan bueno seas, todos cometemos pecados y tu destino es terminar en el oscuro mundo debajo del paraíso. Los únicos capaces de llegar a ese lugar de allá arriba son quienes no tuvieron oportunidad de existir en el mundo mortal y por tanto no jamás pecaron; a ellos se les ha dado alas para llegar al paraíso, alejándose de este mundo putrefacto donde todos los demás deben padecer hasta que aquellos seres los devoren... muchos los llaman demonios, pero si los conocieras te darías cuenta que esa palabra no alcanza para describirlos; algunos son grotescos seres salidos de tus peores pesadillas, otros son tan hermosos que muchos los confunden con ángeles, pero el único ángel que hay en este sitio es Lucifer, y ni él pudo alejarse del pecado.

Bajo los pies del que llaman Dios está la tierra de los pecadores, el inframundo. Un sitio habitado por demonios que se divierten devorando a los seres humanos que llegan ahí; aunque también se devoran entre ellos. Tal vez nadie en el inframundo sepa lo que hay allá arriba, pero también saben cómo divertirse.

—Sé que estás aquí— aquel demonio portentoso entró a la reducida cueva casi con asco buscando a la desagradable bestia que se le había escapado. Él era conocido por su formidable y pulcra belleza, capaz de incitar a cualquier pecado; pero no sólo atraía a los demonios poderosos sino también a las alimañas como la que estaba persiguiendo —No voy a permitirlo, es imposible que alguien como yo tenga hijos de una abominación como tú—

El que perteneciera a los demonios mayores del inframundo no le exentaba de errores. Por varias noches soñó con una bella mujer a la que le hacía el amor hasta quedar seco. Mas una noche esa ilusión se rompió y su amada se convirtió en un abominable demonio de clase inferior; una grotesca araña del triple de su tamaño que prácticamente lo había violado todas las noches. Y no podía permitir que esa criatura siguiera existiendo.

Tras caminar por los largos túneles de la cueva finalmente llegó hasta una amplia cámara iluminada por un luminiscente musgo verdoso donde una resistente telaraña se esparcía de pared a pared, formando una especie de nido. No pudo evitar sonreír burlón al ver a su presa en uno de los rincones con sus propias patas enroscándose sobre su velloso cuerpo para protegerse de cualquier cosa.

Pero nada puede contra la ira de un demonio.

Cuatro pares de cuchillas aparecieron en sus manos, y como si fueran garras, las colocó entre los espacios de sus dedos para atacar a esa bestia. Su coraza era bastante dura pero sus ataques rápidos la hicieron ceder con relativa facilidad. Destrozó sus patas hasta llegar a la parte blanda de su cuerpo, la cual, para desagrado suyo, estaba cubierta por miles de huevecillos en los que ya se podía percibir movimientos de nuevos seres. El demonio no perdió tiempo, despedazó cada uno de esos huevos, asegurándose que ninguno de ellos eclosionara. Bajo sus pies comenzaron a acumularse las cáscaras rotas y las vísceras de esos seres nadando entre un fluido transparente que comenzaba a apestar; odiaba tener que ensuciar su galante traje con esa cosa mas en esa ocasión era un sacrificio necesario si no quería ser la burla de los otros.

Al terminar de romper los huevecillos atacó a la madre y la destrozó de un sólo movimiento... a sus pies volaron los fragmentos de lo que parecía ser una dura coraza pero no había vísceras, carne o sangre; era una especie de armadura vacía.

— ¿Qué carajo...?— con su pie movió uno de los tantos trozos desperdigados en el suelo, comprobando que efectivamente estaban huecos por dentro. Tal vez la madre había mudado de piel y estaba vulnerable en alguna parte de esa cueva —deja de esconderte sabandija, no tienes más hijos que...— al darse la vuelta vio algo caer frente a él, pero antes de que sus reflejos reaccionaran aquella cosa lo rodeó inmovilizando sus brazos. No distinguía mucho por la cercanía de su atacante pero estaba seguro que era aquel demonio femenino, sólo que esta vez su carne parecía estar al rojo vivo —¡Mghh!— su grotesca boca se pegó a sus labios, abriéndose rápidamente paso entre ellos con una larga lengua que parecía llegar hasta su garganta. La sensación pegajosa de esa carne rosada y su rasposa lengua empujando dentro de su cavidad era demasiado asqueroso para poder soportarlo; como pudo movió sus muñecas y apuntó las palmas hacia la bestia, lanzando sus cuchillas contra ella para perforarle el vientre, y de paso, quitársela de encima —eres repugnante— se limpió la boca con asco y miró la masa sanguinolenta que se retorcía en el piso mientras parecía decir algo— ¡MUERE DE UNA VEZ! — levantó su pie y le aplastó la cabeza sin importarle ensuciarse todavía más; lo único que quería era acabar con todo eso.

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