Tobias Robinson /Inglaterra/

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En el pueblo, llegó la noticia, y las campanas sonaban... Alemania nos había declarado la guerra.
Todos los jóvenes nos alistamos, aunque algunos mentían de su edad, todos compartíamos el mismo deseo;  queríamos ir a "aquella aventura".

Al llegar al cuartel, nos separaron, y me destinaron a caballería. Enseguida hice amigos, y me encariñé de mi caballo.
Era de color pardo, robusto, parecía decidido a acompañarme en aquella aventura, que tonterías digo... Era un caballo... Como iba a pensar eso...


3 meses después, fuimos al primer combate de nuestras vidas... Y el último para muchos de nosotros...

Nos colocamos al pie de una colina, desenfundamos los sables, y contemplamos, como un oficial subía a lo alto de la colina, y hacia sonar su silbato.

Todos estábamos ansiosos, y nerviosos, aquella era nuestra señal para galopar y cargar contra el enemigo, el inicio de nuestra aventura.

Apenas habíamos comenzado a cargar, cuando una ráfaga retumbaba a la distancia. En ese momento palidecí, y comprendí, que aquello, no era una aventura, era un infierno.

Cuando pensé en rendirme y huir, noté como si alguien me diese con una maza en el hombro. Sentí, como la honda expansiva de aquel golpe recorría mi cuerpo entero. Enseguida perdí mi equilibrio, cayendo de mi caballo, como un trapo. La vista se me oscurecía, me costaba respirar, y venían a mi mente personas, personas que apenas reconocía... Mi madre... Mi padre ...


Los había dejado atrás, para aventurarme en un infierno...

Tobías Robinsón 29/09/1914

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