K̤̈Ï̤N̤̈T̤̈S̤̈Ṳ̈G̤̈Ï̤

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Hoy de gala,
se viste el talento
para hilvanar tantas costuras.

-Aunque pespuntes ni quiera-

Ya no amanece intacta,
sobre mi espalda la traición.

Es ahora, bajo el pecho,
más que una herida,
un reto.

Y yo no quiero parches,
ni remiendos.

Ni adornos dorados,
ni suturas, para velar el tiempo
durante su cura.

- ¿Quien dice,
que una cicatriz
no puede ser bella?

¿Para qué dorarla, 
entre garras,
rozando el arte?

Restarle identidad
y solera?

Le llaman resiliencia
y yo grito aceptación.

Igual seremos nada,
cuando una brisa
sople nuestra ceniza.

Yo espero que toda la mía,
se eleve
y no quede presa en tierra,
bajo el peso del oro.

De verdad,
deseo,
no sea necesario decorarla.

Y en vida, poco se sabrá
de su relieve.

Quizás alguna señal,
o en algún rastro,
se la conozca.

Quizá hasta amable,
como cuando vino a mi,
esa tarde,
una nueva canción triste
o visité aquellos pájaros,
que escondían los libros.

O tal vez,
cuando desde otra mirada limpia,
sin máscara,
la vida le habitó. 

Pero será una cicatriz,
como se mire,
una experiencia más.

O aunque no se vea,
eso será,
-una herida-
pero muy lejana al oro
y al disimulo,
...  felizmente.

# Gracias por el tiempo dedicado a ésta lectura#

K͙I͙N͙T͙S͙U͙G͙I͙:
 “Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.”

ՏɑӀ ցɾíՏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora