El diario de CA

LAS LLAMADAS

Pasaron los meses, las salidas con el "amigo" de mi madre iban disminuyendo poco a poco, eso me gustaba.

Nos mudamos poco tiempo después, no muy lejos, pero lo suficiente como para comenzar de cero.

La nueva casa era más bien un cuarto de cemento y ladrillos sin color donde vivíamos 6 personas, junto con nosotros estaba mi abuela y mi tía, ellas siempre nos apoyaron en todo.

Éramos felices, vivíamos bien.

Poco tiempo después de que mi madre consiguiera trabajo nos mudamos todos a un departamento, era cuatro veces más grande que aquel cuartucho.

Yo no entendía muchas cosas, todo había pasado demasiado rápido, ¿cómo terminamos ahí?

Cada semana recibiamos llamadas de papá. Nos contaba sobre su trabajo, sobre cómo eran los Estados Unidos, sobre su día, sobre cualquier cosa, me emocionaba cada vez que el teléfono sonaba.

Al tiempo las llamadas comenzaron a ser más frecuentes. Mi madre recibía dinero que mi padre le enviaba para nuestros gastos, me sorprendió.

Las cosas comenzaron a cambiar, eso creía.

Un día, mi madre se despertó temprano, comenzó a arreglar el departamento, a recoger los juguetes, ordenar la cocina, limpiar el polvo, etc., Jamás la había visto como ese día, cuando papá regresaba a casa.

El día anterior había hablado por teléfono con él, dijo que me iba a dar una sorpresa, vaya que si.

-Ya llegó.—Escuche decir a mi madre cerca de la puerta principal.

-Manda a las niñas.

No faltó más, salimos mi hermana y yo.

Me congelé, no lo reconocía, ¿le tenía miedo? ¿aún?
No me acerqué, mantuve mi distancia, él no.

-Hola hija, ¿sabes quién soy?—Ni siquiera reconocí su voz.—Soy tu papá, ven, mira, te traje lo que me pediste, unos patines.

Sabía que era él, pero aún así no avancé, no podía. Mi hermana ya estaba usmeando entre las maletas. Antes nos había mandado regalos, un Xbox y otras cosas más.

Algo sentí, ¿tranquilidad?

Él había vuelto.

¿Olvidó todo el daño que nos hizo?

Se iban a casar, él y mamá.