El frío consumía su cuerpo, haciéndolo temblar involuntariamente, aunque estuviera el fuego prendido en la chimenea de la habitación, la helada no pasaba desapercibida. Pequeñas gotas de lluvia golpeaban contra la ventana y el viento agitaba con violencia las copas de los altos árboles.
Aunque no se veían puertas en la habitación muchas personas con vestimentas oscuras comenzaron a aparecer hasta casi llenarla por completo. Las personas tenían el rostro ensombrecido y murmuraban palabras incomprehensibles para él mientras rodeaban una especie de caja de madera negra. Un ataúd.
Como si se viera obligado a acercarse también, se alejó de la chimenea sintiendo como el frío se apoderaba del poco calor que quedaba en su cuerpo. No tenía muchos ánimos de ver un cadáver, pero cuando todas las personas se hicieron a un lado para que pasara se dio cuenta que no podía dar marcha atrás.
Mientras éste se asomaba al ataúd para ver a la persona de su interior el lugar comenzó a oscurecerse. El rostro del cadáver le era familiar, pero ¿De dónde?, con pesadez levantó su mirada para ver que no había nadie en la habitación, y donde antes había estado la chimenea ahora se hallaba un espejo que reflejaba el mismo rostro que el que había visto en el cadáver. Su rostro y el de la persona del ataúd eran el mismo.
Sin mostrar expresión alguna, se alejó del ataúd y el espejo para posarse delante de la ventana. La habitación se hacía cada vez más oscura y el sonido de la llovizna había sido reemplazado con pitidos que iban a un ritmo similar que el de su ritmo cardíaco.
–¡Brook!
Una voz se sumó a los sonidos que cada vez aumentaban de volumen. La oscuridad fue reemplazada con brillantes luces blancas, provocando una ceguera momentánea por el repentino cambio.
Voces femeninas comenzaron a escucharse un "Está despertando, llama al doctor" fue captado por él mientras su visión comenzaba a aclararse. Un techo blanco, un suelo blanco, una sabana blanca; a excepción de las máquinas conectadas a él por cables, todo en la habitación era de color blanco, incluyendo la vestimenta de las tres chicas –seguramente enfermeras– que se encontraban acomodando papeles y revisando las pantallas de las maquinas a las que estaba conectado.
La única persona que había pasado desapercibida era un chico de cabello rubio y ojos del mismo color que, a diferencia de los demás, vestía completamente de negro. Era de extrañarse que no lo hubiera visto antes, por alguna razón su presencia no era tan llamativa como la del resto.
–Me alegra que hayas despertado, Seint.
El chico mostró una sonrisa mientras soltaba un suspiro de alivio ¿Quién era él? No recordaba haberlo visto antes, incluso el nombre de "Seint" se le hacía desconocido ¿Acaso ese era su nombre? ¿Cómo era posible que él ni siquiera pudiera recordar eso? Al darse cuenta que su mente se hallaba prácticamente vacía cientos de preguntas comenzaron a asaltarlo, haciendo que su frecuencia cardiaca aumentara (o eso creía por lo que se veía en el monitor)
–¿Seint? ¿Estás bien? Entiendo que estés confundido, pasaste por muchas cosas –el chico carraspeó mientras apartaba disimuladamente la mirada–. Las enfermeras me dijeron que había una alta posibilidad de que tuvieras amnesia, de hecho yo...
–¿Quién... eres? –preguntó con dificultad, su lengua se sentía pesada y su boca entumida, la sensación le recordó a la anestesia que ponen los dentistas antes de iniciar su trabajo, sólo que esta vez no estaba ese asqueroso regusto dulce que siempre permanecía en la boca después de haber sido aplicada.
El chico rubio bajo la mirada con notoria decepción.
–Era de esperarse esa pregunta –murmuró–. Soy Lían, tú... mejor amigo.
Sin dar mucho crédito a las palabras de Lían, recorrió nuevamente la habitación con la vista, percatándose de que algo le impedía usar su visión derecha. Una venda.
–No perdiste el ojo.
–¿Eh?
–Por si te lo preguntabas, no perdiste el ojo –aclaró Lían–. Pero sí tienes una cortada bajo éste. Nada peligroso.
Una de las enfermeras se acercó a Lían ignorando por completo al otro; le susurró algo al oído y Lían asintió mientras le decía algo a la enfermera, aunque no pudo escuchar nada por lo bajo, su rostro se llenó de duda al ver a la enfermera alejarse y salir de habitación con prisa mientras Lían mostraba una sonrisa ladina que duró una fracción de segundo.
–Por cierto, Seint...
–Deja de decir ese nombre... es molesto –lo interrumpió. Por alguna razón ese nombre lo hacía sentirse mal, aunque no podía recordar el motivo. Cada vez que lo escuchaba sentía como si una larga aguja se clavara en su corazón mientras que su garganta le impedía el poder respirar; una sensación de lo más desagradable.
Lían bajó la mirada y titubeante sacó una pequeña fotografía de su oscuro abrigo. En la fotografía se veía a tres chicos sentados en una banca. Uno de ellos, de cabello negro y ojos azules, sostenía un libro en sus manos ignorando a otro, de cabello marrón y ojos verdes, que parecía intentar llamar la atención del que estaba leyendo. El tercer chico, rubio de ojos del mismo color que su cabello, miraba a la cámara con una sonrisa casi maligna, ajeno a lo que los otros dos hacían; incluso se podía notar que estaba un poco más distanciado de ellos.
–Estos éramos nosotros en secundaria –explico Lían–. Seint... tú, Dyle y yo, Lían. Siempre hemos estado juntos, como hermanos... nosotros dos... como algo más.
Sin prestar mucha atención a lo que el otro le decía, Seint trató vanamente de incorporarse. En el intento una de las maquinas se desconectó y comenzó a hacer un agudo sonido, un dolor pulsante se hizo presente casi de inmediato en su costado izquierdo; el dolor era tan fuerte que cayó de la cama provocando un alboroto. Lían llamó a una de las enfermeras tan rápido como pudo, en su rostro se podía ver un verdadero pánico. Un señor con gruesas gafas entró en la habitación acompañado por la enfermera que minutos antes había estado hablando con Lían y se colocó a lado de su cuerpo doblado por el dolor. Su ritmo cardiaco se había acelerado peligrosamente y su visión comenzaba a oscurecerse también. Le costaba respirar y en cierto punto dejo de escuchar las voces de los que le rodeaban.
Era difícil creer que hace unos minutos había estado como si nada recostado en una cama y ahora se encontrara vomitando sangre en el suelo mientras un chico de ropa negra lo sostenía asustado y varias enfermeras los rodeaban con miradas frías.
En su mente cruzaron varias imágenes. Una señora llorando frente a una fotografía, una chica de melena roja comiendo galletas, un chico de cabello marrón huyendo de un labrador, un chico de cabello rubio sonriendo acostado en una cama. Muchas imágenes confusas llegaron a su mente por tan sólo unos segundos. Lo único que permaneció fue una voz gritando desesperadamente "Brook".
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No soy el Asesino (PAUSADA)
Misterio / SuspensoUltimamente se ha hablado de la desaparición de un joven asesino. La gente que lo ha visto lo describe como un estudiante de preparatoria. Seint es un estudiante de preparatoria sin recuerdos sobre sí, él está bajo las sospechas de ser "Blood...