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Jackie dormía, no tan tranquila, luego de que Rubén volvió a los brazos de su novio. Se había hecho de noche, entre tantos pensamientos.

Da igual, no va quererme jamás, pensaba.

No se esperaba nada de lo que iba a suceder. Escucha como la ventana se abre, pero está tan cansada que no le da importancia. Siente el frío entrar y tiembla un poco. De pronto siente unas manos frías rodear su cintura, el miedo la invade.

—No te asustes, soy yo — lo escucha susurrar..

—Eres tú — susurra también.

Se da la vuelta y encuentra a Rubén, ¿por qué volvió?.

Le encanta su piel blanca a la luz de la luna, los ojos color miel de Rubén se clavan en ella. Jackie le dedica una sonrisa, luego reflexiona un poco, ¿que hace aquí?

—Espera un segundo, ¿qué haces aquí a las 11:00 de la noche? — Jackie levanta una ceja, interrogativa.
—Vengo por ti, tonta — Rubén sonríe con complicidad —. Hoy te escapas conmigo. Ve a cambiarte.

Jackie se levantó confundida de su cama, tomó un short y una sudadera larga que llegaba a unos centímetros arriba de sus rodillas y se dirigió a el baño. No sabía a dónde iba pero confiaba en Rubén. Salió, el chico estaba sentado en la orilla de la cama mirando su móvil, levanto su cabeza y se quedo boquiabierto.
Se levanto, se acercó y tomo sus manos.

—Vámonos — la jaló del brazo, bajaron de su piso y subieron al auto de Rubén.

El conducía, estaban solos en las calles, los ojos de ella brillaron al ver la feria de Madrid encendida.
Al bajar de el auto, Rubén se dirigió corriendo a la entrada, estaba abierta. Ella no quiso preguntar, simplemente quería disfrutarlo, pero ¿porque él la traería a ella aquí? ¿Porque no a Miguel?.

Rubén le sonrió desde la puerta principal e hizo una señal para que lo siguiera y ella obedeció. Al llegar el castaño se inclinó.

—Primero las damas — le dijo y ella se sonrojó.

Entraron a la feria, no había nadie, los juegos estaban encendidos, ¿pero como?.
Robaron un algodón de azúcar y comenzaron a jugar con él, lanzándolo a aire. Subieron a varios juegos rápidos, se la pasaron entre risas. Luego subieron a la montaña rusa, ella tenía miedo, el la miró, le besó la frente y tomó su mano. Luego de una larga noche en la feria de Madrid, era hora de irse. Ella decidió preguntar.

—¿Hiciste todo esto para mí? — él la miró feliz.

—Claro, eres mi... — hizo una pausa — amiga — dijo triste.

—¿Y Miguel?

—Él no importa ahora — Rubén miró hacia el frente y siguió caminando.

Simplemente, ¿Por qué ella y no Miguel?

Por primera vez, encontró una esperanza.

вιѕєχυαℓ  ;  яυвéη ∂σвℓαѕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora