Cristales

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Una luz tenue yacía situada en una esquina iluminando la habitación, reflejaba el ambiente de pesadumbre que acompañaba a una pequeña niña de 8 años, de tez morena clara, cabello castaño y ondulado, a quien sus ojos de color café oscuro ya estaban cambiando de tonalidad, siendo ocultos por unas largas pestañas y pobladas cejas.

- Alice... acércate- una voz ronca inundó toda la habitación; Alice siguió la dirección de la voz. Todo estaba pasando muy rápido, y sabía que todo era su culpa. Una persona que había visto pasar tantos veranos, estaba por vivir el último. Se acercó con cuidado; al tomar la mano de "Abuelo", él le dio una pequeña sonrisa, y con un hilo de voz pronunció - no debes culparte... fue un accidente - Alice se lanzó hacia él, rodeándolo con sus brazos, sabía que el momento estaba llegando, y las lágrimas empezaron a abrirse paso sobre sus mejillas - No llores, limpia tus lágrimas mi niña, estaré bien- dijo suavemente, pero ella notó que él estaba triste.

- Pero tú te irás... para siempre- replicó Alice, limpiando las lágrimas de sus ojos.

- ¿Quién lo dice? - dijo Abuelo, con una sonrisa y una mirada triste-. Siempre estaré aquí, aunque no me veas- le dio un pequeño apretón a la mano de la niña-. Prométeme que jamás te echarás la culpa de esto... debemos hacer sacrificios para que aquellos que amamos sean felices, aunque eso implique cosas difíciles. ¿Dime si lo entiendes? - Alice lo miraba, con los ojos brillosos, no lo quería hacer, pero asintió- tú mi niña, eres buena, que no te importe cuando te digan lo contrario...- lo interrumpió una tos horrible; ella le soltó la mano y la tos se detuvo- ... prométeme que jamás dejarás de ser la niña buena que está aquí conmigo- le dijo, con un tono de súplica.

- Te lo prometo Abuelo- le respondió.

- Gracias... Ahora sal, necesito hablar con Jake - y ella lo abrazó por última vez.

En el momento en que se alejó del Abuelo siento dos presencias más, una desconocida y otra en la esquina de la habitación más cercana la cama, oculta entre las sombras; esperando, cuidándola, o incluso acechando; ocultó su miedo, y apresuró su paso hacia la puerta, pero antes de salir de la pequeña habitación se detuvo y le dijo- Te quiero Abuelo... te voy a extrañar- Salió del cuarto y ya no escuchó la respuesta.

DÍAS ANTES

- ¡Vamos Jake, salta! – gritó Alice desde abajo, ella había saltado primero, y ahora era su turno. Era una caída de casi tres metros que daba hacia un estanque en el cual ella lo observaba desde el centro.

La cascada caía a un metro de él, desde ahí podía ver todo el paisaje; estaba rodeado por árboles y flores, era una vista hermosa; se podía oír el canto de diferentes aves que sobrevolaban en los alrededores amplificados gracias a sus dones. De todos los lugares de aquel pueblo, definitivamente, ese era su favorito. Respiró hondo, contuvo el aliento y antes de arrepentirse, tomó impulso y saltó.

Ahora sabía por qué a ella le gustaba saltar siempre, la adrenalina de sentir ese vacío en su estómago, y la sensación de caer fue un sentimiento increíble.

Cuando salió a la superficie, nadó hacia ella, Alice lo recibió con una sonrisa divertida. Ella dirigió su mirada hacia donde él acababa de saltar y gritó - ¡Vamos Dereck, es tu turno! - un niño robusto apareció a la vista. Jake vio el pánico que tenía en la mirada, y su postura al acercarse a la orilla de la roca. Realmente le temía a la altura. Sintió la mirada de Alice a su espalda- Dile que es divertido, así va a saltar. - Alice lo miraba, y no sabía el porqué, pero algo había en sus ojos que no permitía desobedecerla.

- Muy bien - Jake tomó aire y gritó - ¡Dereck, debes saltar!

- Está bien, pero si me quiebro algo ¡será tu culpa Alice!

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2021 ⏰

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Cristales; Lágrimas de Sangre. (editando)  #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora