Carta A

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"Ahora es cuando comienzan mis tristes y románticas facetas, esas que no quiero que conozcas por temor a tu burla"
Captando la diferencia de nuestras edades comprendo que el gustarte va a ser una gran complicación para mí.
Ya eres un hombre de 26 años y yo solo un joven de 17, aun así pareciera que no te molestan las atenciones que te otorgo, recompensándome con algún dulce o una caricia en mi cabeza, pero estas actitudes que tomas conmigo me confirman la duda que se mantiene en mi mente, "solo me vez como a un chico consentido", y sí, creo que lo soy, es tu culpa por darme casi todo lo que quiero desde que tengo 14 años, pero debes entender que con 3 años más ya he llegado a una madurez mayor. Aun con mi comportamiento infantil entiendo cuando no tienes tiempo para mí (ser médico es algo complicado), también sé que tienes responsabilidades que yo no tengo (vives solo y debes trabajar para pagar tus cuentas) y entiendo que buscas a alguien de tu edad, con tu madurez mental y estabilidad económica...

Y es solo que no dejo de verte como mi deseo inalcanzable, porque al estar cerca de ti vuelvo a ser un niño consentido y caprichoso, que quiere seguir viendo esos hermosos ojos color azul cielo, acariciando esa piel de caramelo y durmiéndome en tus fuertes y grandes brazos.
Y es que parecieras no entender mis muestras de afecto hacia ti, ¿Piensas que solo es parte de mi amistad y agradecimiento? ¿Crees que soy así de dulce y suave con todos? ¿Qué escribo para cualquier persona? ¿Entiendes realmente mis sentimientos por ti?
Atte: Diego, ese pequeño al que le sonreíste hoy.
Fin de la carta.

//Diego se encontraba fuera de la escuela esperando al chico que venía por el ese día -Hola!!!- Levantó su mano mientras saludaba emocionado, sintiendo como las frías manos del mayor se posaban en su cabeza, dando suaves y cortas palmaditas en esta. 

 -Hola pequeño- El hombre de 26 años, pelo negro, ojos azules, de lentes, gran estatura y sonrisa cariñosa, se encontraba frente al pequeño muchacho de 17, bajo, pelo y ojos castaños, también con lentes y pecas. 

-No me digas así, ya estoy grande- 

-Para mi eres muy bajo y pequeño-

-¿Eso...está mal para ti?- 

-¿A qué te refieres con "mal"?-

-Solo olvídalo- Diego suspiró, nuevamente tenía una oportunidad para expresarle sus sentimientos y lo arruinaba con aquella frase, ya conocida para el hombre frente a el.
-Hace frío, vamos o te puedes resfriar, pe-que-ño- una sonrisa burlesca afloró de aquel rostro empapado por la lluvia.

-¡Que no soy pequeño!- Ambos caminaron tranquilos al solitario departamento, para llegar a disfrutar frente al fuego, tomando una taza de café. Esta era su relación, no comprendían que eran, no se contaban todo como para ser amigos, no existía relación formal, solo sabían que junto al otro se encontraban a gusto, a la espera de poder volver a ver aquella sonrisa y aquellos ojos que les hacían felices.

Cartas alfabéticas (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora