Carta C

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"Cuando una persona revisa su móvil cierra la cortina, y la abre cuando quiere leer un libro"
Han sido tantas las ocasiones en las que he intentado abrir tu cortina para poder leerte, apreciarte, conocerte y analizarte, que ya no sé cómo desatar ese nudo que te mantiene aferrado a la soledad.
En múltiples ocasiones me esmeré en buscar una luz en donde no la había, todo para poder leer tus hermosas letras, unidas en maravillosas palabras y formando inalcanzables canciones. Canciones que lograba ver en tus labios, reflejadas en tus ojos, escuchadas en tu voz y escritas en mi corazón.
Pero de acá hasta ahora confieso que no se cuanto he logrado, porque cada día veo tu sonrisa pero para alguien más, te escucho cantar pero no para mi, y tus ojos brillantes me demuestran con claridad que tus sentimientos no van en decadencia, como los míos, que me sumergen en un pozo que parece no acabar nunca.
Y mientras tus canciones se convertían en mi poesía, mis letras se convertían en tu voz, formando un círculo que, lo confieso, me hacía feliz. En incontables momentos me inspiraban a seguir escribiendo para seguir escuchándote, y así gastaba mis días, mis horas, mis segundos y mis fuerzas, en letras que luchaban por llegar a tu corazón, abriendo cortinas de metal, forjadas con el más caliente fuego, en la fragua del mejor herrero.
Y aunque no lo creas tengo un límite entre el "te quiero" y el "me gustas", en donde te quiero como ¿amigo? y me gustas como persona, donde el límite es el hecho de querer tu personalidad y que me guste todo de ti, querer estar a tu lado apoyándote y queriéndote para mí, con el deseo de que seas feliz con quien quieras y de ser feliz con quien me gusta.
Y es acá donde todo se vuelve complicado, porque quizá mi amor solo deba quedarse en un trébol de tres hojas, quizá solo debo aceptar que la cortina se mantenga cerrada.
Atte: Diego, ese pequeño al que le sonreíste hoy.
Fin de la carta

//-¿Te gustó la letra?-

-Me encantó, suficiente como para cantarla, ¿me lo permites?- El sol hacía brillar su negra cabellera, mientras acariciaba con cuidado su guitarra que parecía ser del mismo color de los ojos del menor. Suave, grácil, gentil, dulce, todo eso en un roce, una mirada, una sonrisa.

-Si- contestó. 

Cartas alfabéticas (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora