El camino hacia la luz

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No queda nada más.

Ganas de irme nunca me faltaron. Pero su rostro viene a mi mente y se que tengo que luchar por él. Y por lo que podríamos llegar a ser.

La carga de la vida es cada vez más pesada, y las pesadillas de la noche llegan como balas a mi mente en este momento.

La carta de despedida siempre es la más difícil de escribir, porque sabemos que es la última oportunidad de dejar una huella limpia en el mundo.

El plateado verdugo que esta sobre la mesa de madera me pide a gritos que comience con la ejecución. Esa arma es tan cruel como el Mundo. Pero quiero saber si me voy para no volver nunca más. Y deseo que nadie lo olvide, que guarden en sus corazónes nuestras miradas mañaneras. A pesar de que ya no este.

Oh, Tiempo ¿Dónde a quedado tu piedad? Prometiste que no ibas a dejar pasar a la depresión.

Pero llegó el momento de dejar mi vida plasmada en un papel.

[...]

No tengo derecho de discutir si existencia fue la más amarga o no, porque para cada cual existen límites. Sin embargo, siempre estuve marcada por la mala suerte, que me repetían constantemente que mi tiempo en este mundo era corto.

Pero yo siempre intenté cambiarlo, una y otra vez, a pesar de saber que era algo que ya estaba escrito. Lo que me gritaba La Noche en mis sueños todo el tiempo.
Que nunca podría ser feliz. Menos con las personas que amo.

De todas las personas del mundo, ¿Por qué fue Él?

Él. Que es lo único bueno que tenía en esta vida de oscuridad. Mi cable a tierra. Lo único que me conectaba a la realidad.

Pero tuvieron que separarnos. Tuvieron que arrebatarmelo.

Dejo la hoja y el lápiz sobre la mesa. La ventana muestra un atardecer lleno de vida y la ciudad esta en todo su esplendor. Por mi calle no se ve nadie, pero es evidente que pronto las personas llegaran a sus casas.

Aunque tenga frente a mis ojos tan bello paisaje, el cuchillo sería mi compañero de viaje definitivamente. Pero no sé como continuar con esta carta.

¿Por donde empezar? Y lo más importante, ¿Quién leería mi confesión? ¿Quién tendría el infortunio de encontrarme sin vida?

Eso no importa. Mi cabeza parece querer explotar. Días sin dormir. Horas sin comer producto de la angustia y la desesperación. El agonizante zumbido del ventilador que esta sobre mi cabeza es incesante.

Me levanto, tirando la silla al suelo.

Y grito.

Grito como si me arrancaran el corazón. Imagino que estoy cayendo en un vacío infernal, en el que las manos de todos los perdidos puedan retenerme, y formar así, parte de ellos.

El suelo se me hace muy duro y frío, como mi corazón. Pero a pesar de eso, agarro mi cabeza con las manos manchadas de tinta y polvo, ignorando la molestia del piso.

Se que alguien vendrá. Más cuando escuchen mis desesperados llamados, que son mis últimos intentos de salvarme. Porque quiero saber si tengo alguna oportunidad, si tal vez merezco vivir, sin importar que tenga la conciencia manchada de sangre.

Me detengo.

Trato de no pensar, porque si lo hago, seguramente me arrepentiría. Me levanto con un temblor en todo mi cuerpo, como si fuera un objeto de cristal. Tal vez lo sea. Un objeto de cristal color negro., manchado por la culpa.

Me apoyo sobre la mesa donde estaba escribiendo, tomando unas bocanadas del aire que perdí mientras gritaba.

Me pongo a prestar atención a mi entorno. Lo único que se oye es el ruido de la carretera, pero ninguna señal de vida en mi edificio. Nadie vendrá.

Nadie lo hará. Y me dejaran partir, llevando conmigo la carga de haber perdido al amor de mi vida. Lo que me mantenía viva. Mi oxígeno.

Mi hijo.

Cuando sus pequeños ojos negros vienen a mi mente, tomo el cuchillo de la mesa.

Luego, sus suaves manos sobre mi rostro se sienten tan reales, que puedo sentir el contorno de sus dedos, acariciando con ternura mi rostro. Acerco el cuchillo a mi garganta. Pero, por un solo instante, dudo. Siento miedo.

Pero ese temor desaparece cuando puedo oír su voz, pidiéndome que lo siga. Si...su dulce voz. Y, ¿Por qué negarme?

Es mi hijo. Y tal vez si cumplo con su petición, pueda volver a verlo, y a escuchar su linda risa.

Siento el filo del cuchillo rozar mi yugular. Es mi libertador. Por fin podre descansar.

Y deslizo con fuerza el cuchillo.

(...)

Martes 29 de Noviembre de 2016.

Diario "La hora"

Descubren carta suicida en un departamento
Se cree que fue escrita por el/la propietario/a del departamento.

El día de ayer, los vecinos de la calle Robinson Crusoe, entre Urlingam y Carlos II, escucharon gritos y llantos de un niño en el departamento 39 del edificio propiedad de Carlos Lopez. Rápidamente subieron y forzaron la puerta de dicho departamento. Les costó trabajo derribarla, ya que la puerta se encontraba cerrada con toda la seguridad.

Cuando lograron entrar, seguían oyendo los llantos infantiles, pero no podían ver rastro de algún niño. Llamaron a la policía. Tenemos el informe de un Teniente.

"La residencia se encontraba deshabitada. Ningún rastro de sangre o cabello. Es imposible que los vecinos hayan escuchado llantos, tal vez fue producto de su imaginación. Lo único que pudimos encontrar fue una carta, que no da detalles explícitos sobre la muerte, aún que si insinuaciones, pero será enviada a Psicólogos especializados en estos casos. Pero no tenemos ninguna víctima ni ningún presunto delincuente. Seguiremos investigando" dijo el Teniente James Carter.

Hasta este momento, la policía no ha dado nuevas noticias. El caso queda abierto.

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