Retorno a JDC; Rugir de las Bestias

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Cayó la noche sobre el mundo. La oscuridad perene invitaba a las ánimas surgir. El chirrido de los grillos inundaba el bosque. El consonante galope despojaba la discreción. Más que espesa, la niebla era insulsa, la incursión auguraba muerte. Sobre el puente yacía la bestia. Gustavo Palacios Miravete era un hombre de temple. Buscado por traidor en la nación mexicana en épocas de la revolución. Apeo al caballo que precipitaba la marcha. La bestia se sembraba firmemente sobre el puente. Ojos fieros que desgajaba el alma de quién los viera. Un cuerpo atrapado en la oscuridad entre el crespúsculo y el alba. Era hombre y era bestia y ninguno a la vez. Aquel caminante de las tinieblas, prominente del sigilo, aullador de lunas, condenado maldito desperdigaba la razón del miedo. Ante él su más grande enemigo, Gustavo. Un odio ferviente amenazaba a fauces abiertas. Gustavo mantenía la calma al pie del hombre lobo. Temían uno del otro. El licántropo, lleno de hambre y rabia incontrolable. El militar imponente sobre su caballo, severo y regio.

La bestia se inclinó para atacar, mientras que el jinete apresuró a sacar su machete. El caballo relinchaba intentando eludir las dentelladas de la bestia. Gustavo invocó el filo del machete los poderes para expulsar la abominación. Usó la marca de la cruz sobre la fiera y ésta comenzó a arder cuando arrastró por el suelo instantes de saltar fuera del puente hacia el río. Los grillos habían cesado. Gustavo atravesó el puente con el corazón fuera de sí. El bosque seguía, sin peligro aparente. Adentrado en el bosque espoleo para cabalgar a toda prisa al momento de ser recibido por una lluvia de aullidos que aguardaban en las sombras.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2013 ⏰

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