Capítulo II: "Sin descanso"

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La molesta alarma del despertador comenzó a sonar, y no tuve más remedio que levantarme. Aun no tenía idea si lo ocurrido en el techo fue cierto, o solamente un sueño. Abrí la regadera, mientras tiraba el pijama al tiesto de la ropa sucia, y luego de darme un relajante baño, me vestí y me preparé para una de las últimas clases que tendría antes de las vacaciones: Literatura. Comenzaba a meter mis cuadernos en  un bolso, cuando unos golpes en la puerta, me hicieron dar un brinco y sobresaltarme. Aún con el corazón agitado, abrí la puerta, sorprendiéndome más de la cuenta, al ver a Alba de pie y mirando al piso.

-          Alba… ¿Qué…. –no me dejó terminar

-          No digas nada Minerva. Sólo vine a darte las gracias por lo de anoche, León a veces puede ser un tanto impulsivo, y pues, sale a relucir lo peor de él

-          León no es así –repliqué segura

-          Eso es porque aún no lo conoces bien. Sólo espera y verás de lo que hablo. En  fin, muchas gracias. Adiós

                   Sus palabras me dejaron perpleja. Que acaso ¿Realmente León tenía una faceta que yo aún desconocía? No, no podía ser, conocía bien a León, y aunque a veces se ponía un poco violento, sabía que no era una mala persona. Sacudí mi cabeza intentando hacer desaparecer mis pensamientos, y salí disparada rumbo a clases. Al pasar junto a los comedores, León se acercó a mí.

-          Hola mi amor –dijo dándome un exquisito beso, uno de esos besos que me dejaban sin aliento

-          Hola –respondí

-          ¿Comeremos juntos hoy?

-          Sí claro. Pasa a buscarme luego de la clase de literatura.

-          Hay algo que debo hablar contigo –repuso serio

-          Ahora no León, ya casi comienza la clase. Debo irme

                   Le di un fugaz beso y entré al salón, el cual estaba vacío. Mi cabeza me repetía una y otra vez que algo sucedía, pero quería creer que sólo se les había hecho tarde. Caminé lento, escuchando el eco de cada paso, y me senté en el lugar de siempre. Garabateaba en mi cuaderno, cuando escuché que alguien entró al aula. Levanté la vista, Tomás estaba de pie junto a la puerta, y al parecer tan sorprendido como yo. Me dirigió una mirada, pero lo ignoré, volviendo a concentrarme en mi libreta. Escuché que sus pasos se dirigían hacia mí, pero lo ignoré deliberadamente, pese a esto, me paré en seco, cuando se sentó junto a mí, y rápidamente tomé mis cosas y salí presurosa rumbo a la cafetería.

-          Hola Minerva –saludo cariñosamente Eva, la encargada de la cafetería

-          Hola. Me das un expresso por favor

-          Sí claro

                   Pagué el café y me fui directo a mi habitación, no sin antes avisarle a León que estaría allí. Mientras caminaba bebí mi café, y casi me lo derramé encima al sentir dos brazos que me rodeaban por la espalda.

-          Te asustas con facilidad –dijo Gabriel soltándome

-          Eres un maldito –respondí riendo

-          Lo que pasa es que eres una pequeña niña miedosa

-          Eso jamás, es sólo que estoy un poco asustada por lo que ocurrió anoche

-          Sí tienes razón, aún me sorprende lo que puede llegar a hacer Tomás –mientras conversábamos atravesamos los pasillos del internado

Delirios de medianocheWhere stories live. Discover now