Todavía quedaban algunos días para navidad, y ya transcurría todo agitadamente en el internado. Había una enorme cantidad de maletas tiradas en los pasillos, gente corriendo por todos lados y profesores enloqueciendo, al tratar de calmar a los alumnos, lo que, desafortunadamente, no hacían caso alguno.
La mayoría de los residentes, irían a pasar navidad con sus familias, pero como en cualquier ámbito, habíamos excepciones: Alba, León, Gabriel, Tomás y yo pasaríamos las fiestas en el internado, y aunque todos lo tomábamos con bastante calma, Alba lloraba todo el día, corriendo y evitando el contacto con cualquier persona, salvo conmigo, y con el afán de, únicamente, buscar una pelea. En fin, sus padres no podrían ir a buscarla por diversos problemas, y según lo que decían en el internado, su empresa familiar había quebrado y los problemas a los que se referían, no eran más que problemas económicos. Gabriel, era becado, y no tenía más familia que sus padres, muertos hace ya varios años en un accidente automovilístico. Tomás, se quedaría únicamente porque estaba enojado con su familia, y decidió evitarlos durante la navidad, para ver si así podía castigarlos. Yo, me quedaría por el hecho de que a mis ingeniosos padres se les había ocurrido tomarse, justo ahora, unas largas vacaciones en El Caribe. Detestaban el frío, por lo que al primer atisbo de temperaturas bajas, corrían a refugiarse al trópico, y por último, León, mi novio, sólo se había quedado para hacerme compañía y ahorrarme los malos ratos en manos de Alba y Tomás.
La clase, se estaba haciendo demasiado aburrida, matemática nunca había sido fácil para mí, se me daban bastante bien todas las materias en general, pero siempre debía luchar en contra de ésta. Me distraje mirando por la ventana, el cielo se estaba nublando y tenía el presentimiento de que podía llover, pero sabía que no sería así, desde marzo que no se registraba ni un solo milímetro de agua caída. Suspiré ruidosamente, amaba la lluvia y hace ya bastante tiempo que no podía verla caer. Sentí un pequeño codazo en mi brazo, me hizo volver los pies a la tierra y prestar atención. Gabriel se había dado cuenta de mi falta de atención y decidió sacarme de mi ensoñación o de seguro, recibiría un gran regaño del profesor. Miré el ejercicio escrito en la pizarra, realmente me parecía que estaba escrito en chino mandarín, las letras puestas allí parecían de ese idioma y los símbolos inevitablemente me parecían jeroglíficos, volví a suspirar mirando la ventana, creo que necesitaría de forma urgente un profesor particular. El viento soplaba fuerte, lo supuse por la rapidez con la que se movían las nubes, fuerte al igual que el puntapié que Gabriel me dio cuando me volvió a encontrar distraída. Quería salir de clases, había quedado con León, ya que nos iríamos a dar un baño a la gran piscina temperada que existía en el gimnasio. Una vez que anunciaron el término de las clases, Gabriel se dirigió a mí
- Minerva ¿Quieres almorzar conmigo hoy? Hace bastante tiempo que no nos reunimos a comer
- La verdad es que últimamente pasas más tiempo con Marco que conmigo –repuse molesta
- Sí, he estado ocupado con el favor que le estoy haciendo, debo reconocer que me absorbe mucho de mi tiempo libre
- ¿Nos vemos allí en treinta minutos?
- Ok
Salí de allí encontrándome con León en la puerta, me miraba con cara interrogativa, casi preguntándome por el retraso.
- Lo siento, acordábamos con Gabriel la hora de almuerzo. Hoy nos reuniremos, la verdad es que hace demasiado tiempo que no almorzamos juntos
- O sea que no piensas comer conmigo
- Por favor León, sabes que tienes muchos amigos, puedes reunirte con cualquiera
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Delirios de medianoche
RomanceMinerva Brown es una chica normal, residente en un internado, y que consideraba su vida relativamente sencilla, hasta que ella, su novio, y su grupo de amigos, se ven envueltos en una situación con consecuencias funestas. Amor, drama y suspenso en u...