1. Cara de ángel.

10 2 0
                                    

Y un nuevo día comenzaba.

Sinceramente, no tenía ni la más mínima intención de levantarme de mi cama solo para ir a clases de la señora Taylor. Moví una de mis piernas fuera de la cama, con suficiente resignación como para enredarme entre las sábanas. Vaya manera de despertar.

Yo realmente necesitaba una mañana en donde despertara perfecta, como en las películas, sin necesidad de nada, ya saben.

"Los rayos de luz que atravesaban las persianas, eran suaves y cálidos, casi como una caricia".

Y luego la parte en la que se hace un acercamiento a mi rostro mientra sonrío y me levanto de la cama con una alegría tan inmensa, como si levantarse a las seis y media de la mañana para alistarme e ir a la Universidad fuera la cosa más maravillosa del mundo.

Pues no.

Levanté mi cuerpo del piso- porque sí, había caído al piso en el momento en que intenté levantarme-. y caminé hacía el baño, con cierto cuidado de no volver a estampar mi cara con algo más, porque mi cuerpo y mi aura eran un imán de problemas. Luego de por fin haber encontrado el interruptor de la luz, me quité la ropa y me duché.

Saliendo de la ducha me puse la ropa que había dejado preparada encima de la cama hace dos días atrás - porque el día anterior a éste no me levanté de la cama ni siquiera para ir al baño- y empecé a caminar por toda la habitación en busca de mi cuaderno de matemáticas, el cual había decidido lanzar por los aires en el momento en que no entendí como resolver un ejercicio.

Me maquillé lo justo y necesario, luego de haber arreglado mi cama, caminé hacia la zona en donde estaba el televisor y un sofá. Tomé mi bolso y me quedé parada revisando todo lo necesario.

-Buenos días.

-Buenos días- saludé mientras comenzaba a caminar fuera de mi habitación, frené en seco recordando algo. Yo estaba sola.

Volví a entrar a la habitación casi corriendo y observé a todos lados con suma tranquilidad, no había nada. Tal vez dormir todo el día y dormir a las cuatro de la mañana estaba comenzando a afectar a mi cerebro. Me encogí de hombros, mientras caminaba con lentitud a la salida.

-Oh, viejo. Realmente no tienes nada de comida en esta habitación, ¿que comes? ¿estás a dieta?

Me volteé con rapidez y vi como un chico salía de mi baño, con una toalla amarrada a su cintura. Tapé mis ojos, evitando cualquier contacto visual con él.

-¿Quien eres y que haces aquí?- pregunté alterada, aún con los ojos tapados. El chico soltó una leve risa.

-Bueno, aquí vivo.

-¡No es cierto! ¡Yo vivo aquí!- exclamé más alterada aún, quitando mi mano con lentitud.

-No te recomiendo quitar tu mano de tus ojos aún, no encuentro mi ropa interior.

Ay dios.

¿Por qué me pasaban estas cosas a mi? Yo ya había mencionado que mi cuerpo y mi aura eran un imán de problemas, ¿no? pues he aquí la prueba sobre que yo realmente no estaba exagerando. Mi vida era completamente perfecta y normal hasta tal punto en donde llegué a creer que nada malo me ocurría, y ¡BOOM! de la nada, aparece un chico con cara de Ángel en mi habitación, diciendo que ésta misma es donde vive.

Me tiré encima del sofá, resignada ante lo que estaba ocurriendo en la habitación número 303. ¿Al menos alguien había oído los gritos de pelea aquí dentro? ¿o el grito de desesperación que di al ver a este Dios griego?

Resoplé indignada, estaba siendo privada de mis propios derechos humanos en mi propia habitación. Lancé una almohada al aire con enojo.

-¿Cuánto más podrías demorar en encontrar tu maldita ropa interior?- me quejé aún con la mano encima de mis ojos para no ver nada. Nadie respondió.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 01, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Enamorarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora