La madre de Lambda había decidido dar su perrita, la cual acompañó desde hace muchos meses atrás, no cumplido el año ni ella en sí misma. Había una razón muy coherente, ella trabajaría estando la casa sola sin Lambda, estaba decidido que iba a irse a vivir con su padre. La perrita, llamada Maggie, también se sintió algo rara, Lambda aquel día no paró de llorar. Se le vino el mundo abajo; uno de sus apoyos más fuertes se derrumbaba y más cuando tenía algo en el pasado de por sí.
//Volvamos un momento atrás, hace muchos meses//
Era noviembre, y era el cumpleaños de Lambda dentro de unos días. Estaba lo que sería normal, otro día cualquiera. Si celebraba el cumpleaños sería con Ka o Xi, o con su único familiar allí, su madre. La familia con la que celebraba todo, navidad, semana santa, cumpleaños... Estaba lejos, en su pueblo natal.
Llegó un regalo de parte de su madre y le entregó un libro de su autora favorita. Bien, perfecto. Fueron a cenar aquella noche. Mientras esperó arreglada a su madre, llamaron al telefonillo.
- Lambda, soy yo. Abreme que no puedo cojer las llaves.
Acto seguido, ella abrió las dos puertas que la separaban de todo exterior, llegó su madre... Y sostenía una manta grande en sus brazos. Dentro de ésta, se acomodaba y dormía una perrita muy pequeña de raza yorshike. Lambda, no pudo ser más feliz en la vida. Era precioso. Tener tu propia perrita.
El verdadero día del cumple su madre se fue a París con su amor, Lambda se quedó con su perrita, pero algo no fue bien. Empezó a vomitar aquella preciosidad. Le visitaron Xi y Ka y vieron que la perrita estaba mal. Entonces, llamó a su madre y se preocupó bastante. En cambio, Lambda, al haber tenido experiencias con animales desde pequeña, lo miró como una simple gastroentiritis de animal, o como se diga.
Pasaron los días y volvió su madre de París. Fue entonces esa noche que fue a peor y la tuvieron que llevar al veterinario. Ahí es cuando Lambda empezó a preocuparse. Más bien, rompió en lágrimas cuando a los días siguiente se dio cuenta de que no podría tener un propio animal. Echa pedazos, le dijo su madre entre lágrimas que la perrita había tragado un hilo azul largo, proveniente de la funda del sofá que mordía. La operación era muy cara y tuvieron que crasificarla.
//De nuevo, en presente//
Ya Lambda, al recordar sobre las dos perritas que no tuvo ni en un año, se vino abajo del todo. Pensar que los animales le fallaban. Era algo tan opresor a una amante de los animales que los primeros días sin Maggie fueron terribles. A una semana ya se acostumbró, empezó a madurar, asimilando el mal que había caído en ella. Y el que le iba a caer. Por cierto, su madre tardó mucho más en olvidarla. Al menos, la acogía un compañero suyo del trabajo.
Se acercaba el dichoso Septiembre, y la primera semana fue en compensación por el mal que iba a pasar. Fue de vacaciones a hoteles, uno con spá, otro con piscina y el último y con su hermano Georgós, a uno con piscina y playa cerca. Al principio, estaba mal ya que fue la ultima vez que pisó la casa de su madre, por otro lado los días pasaron y se fue relajando más.
Llegó el final de las vacaciones y las maletas estaban listas. Tenía miedo, nervios, con su hermano al lado, emocionado, o tal vez otra cosa. Lambda no sabía a qué clase de actitud se le atribuía. Ella sólo pensaba en una cárcel.
CONTINUARÁ
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La pequeña historia de Lambda
KurzgeschichtenTrata sobre el gran cambio que tuvo la vida de Lambda en un sólo año, cómo le afectó a ella, a sus amigos, a sus padres y a lo que esperaría por conocer. La vida de Lambda se divide en etapas, y en ésta obra empezaré por la última (actual), con flas...