Camila se apresuró a cerrar la puerta despacio y colocó el prestillo, su corazón se aceleró y miró de lejos aquella caja, al pasar los minutos nuevamente se acercó. Pasó delicadamente sus dedos por el fino encaje bordado de flores color negro que se veía elegante sobre aquella tela rojo pasión, cerró los ojos y por su mente vislumbró unas manos acariciando su cuerpo aparecieron; se imaginaba vestida con ese brasier y la tanga diminuta.
La idea que le sacara uno a uno los corchetes que tenía aquel corsé que dejaban caer unas tiras para sostener las ligas extraíbles negras la estremeció. Aquella apasionante ropa combinaba perfectamente con el vestido de seda color negro que había comprado. Nadie notaría que llevaba esa prenda tan sensual debajo.
Pensó que estaba loco Bruno al darle un regalo como ese y peor aún pensar que ella se pondría algo así, ¿cuál sería su intención? La duda invadió su pensamiento y se mordió el labio inferior en muestra de inseguridad. Su cuerpo se agitó al pensar en la sensación de llevar aquello puesto y ser quitado, una sensación que no experimentaba desde hacía años. No pensó más y volvió a guardar aquella caja debajo de la cama, buscaría una ropa interior normal de las que poseía.
Antonio se maravilló y sonrió sinceramente al verla tan guapa. El vestido negro jugaba perfectamente con su cuerpo delineado y su cabello semi recogido le quedaba muy bien, recordó cuando la conoció en la Universidad en aquella fiesta, nunca había visto a una mujer tan hermosa. Esos recuerdos le causaron angustia.
Cuando se acercó a despedirse de él vio como el maquillaje resaltaba más su hermoso rostro y el perfume invadió sus fosas nasales. Estaba bella, perfecta.
—Regreso lo más pronto posible ¿seguro que no necesitas que te deje en la cama?
—Ve tranquila, yo me las arreglo solo. De algo debe servir esta silla automática.
—Tendré el teléfono a mano, no dudes en llamarme en cualquier momento si necesitas algo.
Camila nunca había salido de noche desde que su esposo había sufrido el accidente y aquello la ponía nerviosa. Llegó a pensar que había sido un error decidir ir, estaba pensando en cambiar de opinión y quedarse en casa con su esposo, pero él insistió que fuera.
Al bajarse del taxi las piernas le temblaban y no necesariamente por el alto de sus zapatos, sino porque él estaría ahí esperándola como le había asegurado en el mensaje.
Bruno veía una vez más el reloj y temía que Camila no llegara, sonreía y bebía con sus compañeros pero su mirada estaba en la puerta y sus pensamientos con ella. Decidió ir a tomar un poco de aire, la impaciencia lo estaba matando. Ni siquiera sabía por qué se sentía así, de lo que sí estaba seguro era que deseaba demostrarle que ella podía ser feliz y quería volverla a ver sonreír como lo hacía ahora y estaba seguro que se debía a él.
Cuando entró al salón principal miró a todos lados para localizarlo y lo vio, estaba frente al árbol de navidad que formaba parte de la decoración mirando aquellos regalos como si fuera un chiquillo deseoso de saber lo que hay en el interior. Estaba vestido completamente de negro como si lo hubiesen acordado, su mano en el bolsillo y la otra con un vaso de licor lo hacía ver un hombre muy atractivo y saber que la esperaba a ella la emocionó más.
De repente sus miradas se encontraron y fueron presa del alivio y emoción por encontrarse allí, sonrieron tímidamente como si ocultaran algo que el resto no debía enterarse.
—¡Hola! —saludaron al mismo tiempo.
—Me alegro de verte Camila. —Se complació al contemplarla ahí de frente y hermosa.
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Feliz Navidad Camila
Short StoryCamila tras un suceso ocurrido hace años no ve la Navidad como los demás, pero algo o alguien podría hacerla cambiar de parecer. Portada gracias a @MilethPineda