La sala de experimentos estaba vacía, ¿donde estaba su padre o los científicos que solían estar detrás del cristal? Hacía horas que lo habían mandando a aquel cuarto que se había vuelto su pesadilla, las primeras horas estaba nervioso pero luego la confusión se apoderó de sus pensamientos, ¿qué estaba sucediendo? La impuntualidad no era una conducta normal entre los involucrados.
El muchacho se levanto de su silla y caminó sigiloso hacia la puerta del cuarto para abrirla y asomarse a los pasillos. Estaba desierto. Salió y aún con precaución comenzó a caminar, su corazón latía cada vez más rápido pero este se aceleró como nunca antes al escuchar voces a la vuelta del pasillo, cada vez se acercaban más y más. El miedo llegó y corrió hacia el otro extremo donde, para su suerte, estaba vacío y las luces del corredor yacían apagadas.¿Era está su oportunidad? ¿Podría escapar?
Jos comenzó a correr y a correr, se detenía cuando escuchaba sonidos extraños o peligrosos, se desesperaba al no encontrar una salida o al verse atascado al llegar a un pasillo sin más camino. Sin embargo, él sabía que tenía que pensar con la cabeza fría.
—¿¡Donde está el muchacho!?—Jos escuchó el eco de una voz enfurecida y sintió su sangre helarse. Tenía que moverse rápidamente. —¡Búsquenlo!—Escuchó nuevamente y el sonido de pasos veloces llegaron hasta sus oídos. En pánico, entró por la primera puerta que tuvo en frente, estaba en una habitación oscura con un ruido que provenía de alguna extraña máquina que no podía identificar. Se sintió a salvo ahí pero la tranquilidad no duró más que algunos minutos y la puerta se abrió de golpe.
—¡Lo encontramos!—Dijo un hombre que venía armado. Jos se aterró y fue caminando hacia atrás pero no pudo seguir más, la pared se lo había impedido. Estaba muerto. Lo castigarían, le harían más daño. No. el tenía que irse, algo le puso esa oportunidad en su camino y debía llegar hasta el final. Se armó de valor y esperó el momento indicado para salir corriendo, sólo esperó hasta que aquel hombre se acercara y cuando pudo, sin saber de dónde había sacado fuerzas, propinó un fuerte puñetazo en su rostro. Por supuesto que esto le había distraído de atrapar a Jos y el chico aprovechó para irse corriendo. La adrenalina estaba tomando su cuerpo. No sabía a dónde iba pero no se detenía, su respiración estaba agitada y se sentía agotado, ¿podría seguir? No quería decepcionarse a sí mismo. Subía escaleras y daba vueltas por interminables corredores, los pasos seguían escuchándose tras de él hasta que, por fin, ¡había encontrado la puerta indicada! Estaba en los jardines del área donde había estado encerrado durante tanto tiempo, ¿pero como saldría de ahí? Su única opción era trepar pero dudaba poder hacerlo, perdió fuerza en sus brazos y piernas, aún así se arriesgó. Estaba dispuesto. Llegó a las rejas que determinaban el final del terreno y aunque falló varias veces, al dar un último intento ya estaba cayendo hacia el otro lado de la reja. Sonrió y rió, impresionado de si mismo y de que tenía su libertad.