추위 (frío)

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El día seguía nublado y por mucho que Nayeon mirara al cielo, no parecía que las nubes quisieran ponerse de acuerdo para desvanecerse todas a la vez. El color gris que cubría la ciudad le daba un cierto tono triste a las calles, y muy poca gente se atrevía a salir de sus casas. El frío estaba en el ambiente por mucho que tratara de ignorarlo.

Su mirada se dirigió a Chaeyoung, la cual se encogía como una pequeña tortuga, escondiendo cada una de sus extremidades dentro del jersey que le había cogido prestado. O que ella le había regalado; no lo tenía muy claro. Entonces, al cruzar su gabardina con las manos dentro de los bolsillos, tratando de abrazarse a sí misma, supo que la maknae lo tenía que estar pasando peor que ella.

Miró una vez más al cielo antes de suspirar profundamente, con su aliento cayendo congelado en una nube de vaho blanco. No quería seguir obligándola a hacer algo que ella obviamente no quería, por lo que la idea de ir a comprar cruzó su cabeza como alma que lleva el diablo. Sin embargo, no desapareció y en silencio, mientras caminaba junto con una incomodada chica, lo sopesó con detenimiento.

No quería volver a casa, y a la misma vez, tenía el suficiente frío como para no ser capaz de soportarlo. Sus dedos se entumecían y con dificultad apenas podía sentir la punta de su nariz.

El reloj de plata de su muñeca marcaba las doce menos cuarto de la mañana, y sabía que pronto sería la hora de almorzar. Acto seguido, un olor a castañas recién hechas inundó sus fosas nasales. Se paró en seco y dejo que ese aroma se filtrara por sus bronquios, calentando sus vulnerables pulmones. La contraria se detuvo con ella, contagiada de esa calidez que tanto les suplicaba a ambas que se acercaran.

Nayeon preguntó por el precio de unas cuantas y justo cuando su cita iba a sacar la cartera para pagar por el segundo cono, una fina mano se apoyó sobre las suyas y las bajó delicadamente, como una clara señal de que se guardara su dinero. Pagó por ambas y con cuidado de no quemarse los dedos, siguió andando. Chaeyoung trotó un poco para ponerse a su lado.

Alzó la vista, mirando por encima de sus redondeadas gafas. "No tenías por qué haberlo hecho."

Su unnie le dio un ligero empujón de costado, haciendo que perdiera el equilibrio tan sólo por un par de segundos antes de pisar con firmeza el mojado suelo bajo la suela de sus bambas. Y mientras cogía con cuidado su cono de castañas recién hechas con ambas manos, Nayeon se le adelantó y caminó de espaldas mientras seguía hablando. "Tú me invitaste al café... y a la tarta."

"No hablemos de eso, anda..." Sus ojos se desviaron hacia quién sabía dónde, y el que le esquivara la mirada sólo le hizo sonreír ampliamente. Chaeyoung la miró de reojo. "¿De qué te ríes?"

"De que te avergüenza admitir que de verdad quieres un beso"

"No digas tonterías." Agarró su muñeca para impedir que siguiera avanzando, haciéndola esperar con ella al que el semáforo para los peatones se tornara verde. "Me daba vergüenza rechazarte delante de tanta gente. Te hice un favor."

Ahora sí que unas suaves carcajadas se escaparon de su garganta. "¿Te refieres al barista que estaba ocupado con la máquina de café o a la otra pareja en la cafetería que estaba totalmente sumida en su propio mundo?"

Suspiró, aferrándose aún más al ardiente papel que guardaba los frutos que tenía ganas de comerse desde hace tiempo. "Siempre estás igual. Le pides besos a todo el mundo y a veces no sé cómo decirte que no, simplemente eso."

"Entonces deberías estar acostumbrada a que siempre bromee con lo mismo." Giró a la izquierda y siguió bajando por la avenida; Chaeyoung se hacía una ligera idea de a dónde quería ir. "No ponerte nerviosa."

December (the perfect time to date) // [nachaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora