Ella era tímida, tenía fuego en sus ojos que cuando me mira, enciende esa chispa que me hace decirle que la quiero.
Llevo años conociéndola, me tarde un siglo para poder besarla, pero cuando lo hice, explotó el universo, se hizo el cosmos más bonito y de nuestras miradas, salió la aurora boreal. Tan enamorado estaba de ella que sabía que su sonrisa me transportaba a un paraíso de bellas artes. Estaba seguro de que yo quería ser quien pintara su mundo, quien bailara con ella el vals de los que nunca olvidan, de cantarle el blues de los enamorados y soñar con ella en un mundo de "Nunca jamás".
Sabía que su pelo era el olor más delicado que sin avisar, llegaba a mi alma sin siquiera rozar una herida, era alba traspasando mi cristal sin dañarlo.
Su cuerpo era ese lugar donde quería vivir, quería montar una empresa de locura dentro de su corazón y que algún día me llegase a decir "estoy loca por mi, pero en mi locura existes tú". Deseaba recorrer cada parte de su cuerpo y tener un frenesí entre sus piernas, sus labios, su cadera.
Quiero darte tierra, agua, sol y plantar en ti, un último beso. El beso más grande para que germine y así, la raíz, pueda tocar las costuras de tu pecho.
En fin, sé que algún día voy a morir y cuando eso pase, quiero que me entierren besando tus labios. Bryan Cervantes
