Salí expulsada del pub abarrotado de gente. La temperatura de la calle me pego de lleno. Hacía mucho frio comparado con el calor humano que había dentro.
Empecé a caminar por la avenida alejándome de la música, sofocada por las paredes del establecimiento.
Me abrace a mí misma tratando de protegerme del frio.
– Hey Bitch! – Me di vuelta, Dougie venia corriendo detrás de mí. -¿Te vas tan temprano? dijo cuándo me alcanzo.
– Dougie, son las 7 de la mañana. Es hora de irse— Mi noche ya había terminado.
– Ya sé, pero se supone que iríamos a desayunar todos juntos luego.
– Sí, pero estoy cansadísima. Tengo la imagen de la cama calentita esperando por mí y es muy tentador. —sonreí. — ¿y vos porque te fuiste?
– Tengo sueño. —dijo y se le escapo un bostezo. Me reí. A veces me recordaba a un niño.
Luego de caminar unas cuadras mis pies empezaron a doler cada vez más. Malditos 15 centímetros de taco.
– Me están matando los pies. – Le conté, mordiéndome el labio por el dolor.
– Te llevo—Me dijo poniéndose delante de mí para que me suba a su espalda.
– No. Soy muy pesada y estamos lejos del departamento…– Le conteste. Aunque era muy tentador aceptar. Era una cuestión de educación.
– Vamos. Es lo mejor que vas a conseguir además de tus pies. Yo sé que quieres. – Me insistió guiñando un ojo.
– No, Dougie. No insistas. —conteste cortante y seguí caminando.
Se volvió a poner de espalda delante de mí deteniéndome. Se agachó y me tomo de las piernas, pego un saltito y me subió a su espalda. Suspire enojada.
– ¡Douglas! Mejor que me bajes ya. – pero no escucho y siguió caminando, conmigo a cuestas.
Me queje por como tres cuadras hasta que paro de golpe.
– Mejor te callas, porque no sé si te diste cuenta que no te pienso bajar hasta que lleguemos. – Me dijo enojado.
Me quede callada, molesta y continuo caminando.
Me mecía suavemente, tenia cada vez más sueño. Apoye mi mejilla en su hombro y me abrace a su cuello.
Se me cerraban los ojos.
Creo que me quede dormida. O algo así. Estaba mitad consciente y mitad dormida. Los efectos del alcohol.
Recuerdo ser cargada por Dougie a través de mi habitación y ser depositada en la cama.
Me dormí apenas mi cuerpo toco el colchón.
Unas horas más tarde desperté y me encontré vestida con mi ropa para dormir, que consistía en una remera gigante que pertenecía a Danny. La ropa que había usado la noche anterior estaba colgada en la silla.
No recordaba haberme cambiado, solo caer en la cama y quedar inconsciente, literalmente.
Recordé quien me había dejado en la cama y supuse, aunque era obvio, que Dougie me había cambiado.
Por un momento sentí vergüenza. Pero ya era tarde para eso. Luego sentí una especie de gratitud hacia él y tuve ganas de dejárselo saber, de alguna forma especial.
Tuve ganas de abrazarlo, de mostrarle cariño, gratitud.
Me puse las pantuflas y fui a su habitación.
Estaba en la cama tapado hasta el cuello mirando televisión. Me miro y me sonrió.
– Gracias. —le dije mirando mi atuendo.
– No es nada. —me contesto restándole importancia.
– No, de verdad gracias. —volví a decir.
Mire la cama y luego a él. Tenía ganas de quedarme. No sé por qué.
– ¿Te puedo hacer compañía?—le pregunte mirándolo a los ojos, dudando de su reacción.
– ¡Claro!—dijo corriendo las frazadas y me dejo un lugar.
Me subí a la cama y me tapó con la masa de acolchados. Me acomode para ver la tele en una posición que me fuera cómoda, de costado.
Él se acomodó detrás de mí y pasó su mano por mi cintura. Me arrastro contra él y me sujeto con su brazo.
Me sentía muy a gusto. Tenía el estómago revuelto, pero se sentía bien. Creo que a eso le dicen mariposas en la panza.
Más bien era un cosquilleo en el bajo vientre, pero claro que sonaba más delicado y menos verdadero de la otra forma.
Es que tener todo su cuerpo apoyado detrás de ti te deba ganas de dejar la dulzura de lado y pasar a la acción.
Tenías que ser de piedra para que eso no te produzca nada.
- Me gustas mucho.- Susurro en mi oído al cabo de cinco minutos.
- ¿Y qué piensas hacer al respecto? –pregunte en el mismo tono.
- Muchas cosas, todo lo que te puedas imaginar. – contesto mientras me giraba para mirarme a los ojos.
Se acercó de golpe y me beso. Me quede aturdida unos segundos, pero reaccione justo antes de que intentara sacarme la remera. Lo empuje, con una fuerza que todavía no entiendo de donde salió, y me senté sobre él. Me acerque lentamente y bese sus labios otra vez.
Tres segundos más tarde mi remera estaba en el piso, y mi verano se ponía interesante finalmente.