Capítulo 15

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JANE

Estaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas, miraba fijamente la pared vacía que tenía ante mí. Llorando. Las lágrimas se convertían en unas gotas gigantes, que reproducían el curso de un río en mis mejillas, unas mejillas que me ardían. Sentía una gran presión a los lados de la cabeza, no conseguía ver nítidamente. Mis ojos, hinchados de tanto llorar, se batían por cerrarse, pero yo no se los permitía. Quería llorar. Queria sentir la tristeza fluyendo en mí, y quería ser consciente de ello.
Estaba aturdida, pues desde la cama podía ver a Kate, sentada en el sofá igual que cuando llegué, mirando al techo y con el cuchillo en la mano. Estaba aturdida, pues desde la cama podía ver a Teo durmiendo abrazado al cadáver de Sam.

Alice se acercó a mi y se posó en mi regazo ágilmente, me miró, tenia los ojos llorosos. Ella también notaba la ausencia de aquella niña ligera y de cabello largo y blanco que corría por casa todo el día. Ella también notaba la ausencia de aquella alma pura e infantil, aquella niñita que sonreía sin razón, que sonreía por el simple hecho de vivir, y que murió sonriendo.

Me levanté, me había cansado de estar ahí perdiendo el tiempo. La muerte de mi hermana no sería olvidada, aquella muerte debía inspirarme a algo... Busqué mi libreta naranja, exploré todas y cada una de sus páginas. Todas llenas. Todas con garabatos, con reflexiones, con redacciones. Busqué la libreta azul. Exploré todas y cada una de sus páginas. Todas llenas. Con anotaciones del día a día, trozos de papel de las notas de mi madre, el intento de lo que iba a ser mi diario personal. Lanzé las libretas al suelo con toda la fuerza que tenía, estaba enrabiada. Mi hermana había muerto y no podía hacer nada. Entonces miré la libreta naranja, las hojas se habían esparcido y la libreta se había destrozado, pero, una hoja se asomaba por el extremo de la libreta. Me agaché, y saqué la hoja. Era una hoja de pentagramas, con un título que ponía For Sam y el primer pentagrama tenía una clave de sol dibujada. En ese momento supe qué hacer.

Calle de los Robles, número 56. "Debajo de la maceta azul que hay al lado de la puerta, hay una copia de las llaves de casa. Si algún día necesitas algo, solo cógelas." Me dijo Vanessa hacía unos años. Entré en su casa, todo estaba ordenado, la estancia tenía un perfume muy particular, un perfume que recordaba a una chuchería, toda la casa era de tonos violetas y azules. Eran las 10 a.m. Vane y su hermano estaban en clase, sus padres trabajando, y la señora de la limpieza no trabajaba los miércoles.
Subí a su habitación, abrí la puerta y choqué contra una caja. No había visto nunca en nuestros 11 años de amistad aquella caja. La abrí, sin pensar si podía ser algo personal o algo que ella me ocultara, sólo la abrí.
Dentro dos carpetas.
Abrí la primera, de color azul, leí lo que ponía en las hojas de su interior.
«Jane:
Seguramente estés aturdida, seguramente estés destrozada. Ayer te debiste pasar horas en la bañera, pues no viste mis mensajes. Ayer debiste llorar, al igual que has debido llorar esta mañana.
Seguramente hayas buscado la libreta azul. Y debes haber visto tus recuerdos, tu intento de diario, las notas de tu madre... No olvides nunca a tu madre. Ella estaría muy orgullosa de lo que te has convertido en estos años. No la olvides, porque ella ahora estará con Samantha, porque ella ahora te debe de estar viendo mientras lloras leyendo esta carta. Jane, la muerte de Sam no será olvidada, Sam no será olvidada, porque está en tu corazón, y en el corazón de Theodore.»
Dejé la hoja empapada con mis lágrimas, me temblaba el pulso, Vane lo sabía. Pero eso no acababa ahí, abrí la carpeta naranja.
«Jane:
Asi que has abierto la segunda carpeta, ¿eh? ¿Quieres saber cómo sé lo de tu hermana? Pues fácil, habías tenido un día de mierda en el instituto, y no contestabas mis mensajes XD. Y no hay ducha de justifique que no me contestes, y lo sabes ;). Así que me acerqué a tu casa, cuando vi la ventana ensangrientada, pensé que aquella sangre era tuya :(. Aquella idea me horrorizó tia. Eran las 5:34 p.m. y no se oían ruidos que provinieran del interior. Me dí cuenta de que la ventana de la habitación estaba abierta, me colé en tu casa, y entonces, los ví. Theodore estaba llorando abrazado a Sam, rodeado de un gran charco de sangre y Kate estaba en el sofá, con un cuchillo y mirando al techo (me cagué mucho JAJA). Me agaché silenciosamente para que nadie notara mi presencia, saqué de tu estantería tus dos libretas.
Como te conozco, sabía que pensarías que debías hacer algo para que Samantha fuera recordada, así que cogí una hoja de pentagramas y le puse un título y la clave de sol. Metí la hoja en tu libreta naranja y me marché, me marché llorando y sabiendo que hoy no irías al instituto.
Por supuesto te permito que utilizes el piano de mi habitación para componer una canción a Sam, por supuesto te permito quedarte en casa, mientras estoy en el intituto. Y por supuesto, no diré nada a nadie.

Atentamente, tu mejor amiga, la que más te quiere, Vanessa Adams.»

Estaba descolocada, Vanessa lo había preparado todo. Por mi cabeza, pasaban imagenes de Vanessa y yo cuando eramos unas mocosas, de cuando cumplimos los 10 años, de cuando nos pusimos a llorar quien sabe por qué...
Estaba estirada en el suelo, mirando fijamente al techo. Gimoteaba, me revolvía, me sentía sola, y a la vez acompañada por Vanessa, cuyas cartas había dejado empapadas, arrugadas y sucias. Me levanté y a paso lento y a pequeñas zancadas, me acerqué a su escritorio, cogí un lápiz y una goma, me acerqué al piano, lo abrí y me puse a componer.

12:34 a.m.
Tenía el móvil lleno de llamadas perdidas de Lukas y lleno de mensajes de gente que no me importaba, pero que al parecer sí les importaba yo.
Ignoré todo y a todos. Si Lukas se preocupaba, sabía exactamente dónde vivía. Deje las llaves bajo la maceta azul a mi salida, me fuí a paso lento a casa. A la 1p.m. sería el "funeral".
Llegué a casa, me vestí de negro y salí con Theodore. Él llevaba a Samantha en brazos, tapada con una manta. Salimos en silencio, caminábamos por la sombra, y nadie se percató de que pasábamos por ahí, con un cadáver.

1:15 p.m. Cementerio el olmo
Hicimos un hoyo en una esquina del cementerio, debajo de un árbol. Teo cogió una navaja y cortó el pelo al cadáver de Sam, se guardo aquella mata de pelo en el bolsillo. La lanzó al hoyo y la tapó. Se puso a llover. Cada vez más intensamente.
2:00 p.m.
Estábamos los dos, arrodillados frente a la tumba de Sam. Llorando. Teo puso una rosa blanca en su memoria y nos marchamos, a paso lento y pesado, bajo la sombra...

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