prólogo

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Prologo
-¡No, Vera! Parece que bailaras desde ayer. Tus giros tenían salidas sucias, además de que perdiste el equilibrio- mi profesora de ballet chilla -por hoy acabamos, esperó que en tus otras clases te este yendo bien, porque sino considérese expulsada- dice enojada para luego salir del estudio.

Me sacó el moño que tenía hecho en el cabello, tome un poco de agua de mi botella individual y salí del estudio luego de agarrar mi bolso.
Estoy harta y muy cansada. Salgo afuera del instituto de danza, sacó la caja de cigallirros tomó uno y lo enciendo.
Luego de dos caladas logro relajarme. Tiro al piso el cigarrillo y lo piso con las hermosas valerianas.
Se que amo bailar y que no logro sentirme tan libre que cuando bailó cualquier danza, pero esto se esta saliendo de control.
Me absorbe las pocas energías que le quedan a mi cuerpo, me encuentro muy baja de peso ya que la ansiedad, el estrés y los cigallirros no me dejan alimentarme como debería.
Además mi mejor amiga me exige muchísimo más que la danza o por lo menos en un mismo nivel, de todas formas la amo.
Se perfectamente que soy una de las bailarinas mas prometedoras de Buenos Aires pero siento que mi cuerpo en cualquier momento colapsara, y no puedo contar con mi familia ya que ellos creen que todavía son la niña que es virgen y no sabe nada de la vida. Agradezco que no me presionen ni que me impongan nada solo por vivir en su casa.
En resumen mi vida es un desastre.
No duermo hace como dos semanas, para lograr dormir un poco aunque sea conseguí pastillas para dormir recetadas.
Todo era una completa mierda hasta que el se volvió la única esperanza de que mi vida recobre sentido. Lo malo es que no creó que el salga ileso de todo esto.
Franco, el arquitecto mas sexi y bueno  que conoci en mi vida, que cambiaría todo en un abrir y cerrar de ojos.

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