Sonrió de oreja a oreja mientras miraba fijamente la llama moverse. La vela con el número nueve se estaba derritiendo en la tarta. Su familia aplaudió y cantó el cumpleaños feliz, animándola a soplar.Su padre la besó en una de las mejillas, mientras ponía la tarta más cerca de ella. Inflando los mofletes, tomó aire y sopló, apagando la pequeña llama. Inmediatamente fue llenada de besos y abrazos.
Su madre empezó a cortar la tarda repartiendo porciones a cada persona. Se bajó de las piernas de su padre y agarró el trozo de tarta que le tendía su madre. Miró con los ojos brillantes el chocolate y la nata.
Le encantaban los dulces... pero no podía comer mucho porque sus padres eran muy estrictos con su alimentación. Además... Sus dientes de leche ya estaban comenzando a caerse. Uno de los dientes delanteros se había caído hace semanas y se sentía acomplejada. Cada vez que sonreía, sus primos mayores no dudaban en burlarse de ella
Caminó entre la masa de gente, intentando mantener el plato indemne. Cuando consiguió alejarse, respiró con alivio. Caminó hacia el jardín donde estaban todos los niños jugando a fútbol. Ellos eran más mayores que ella y además todos ellos eran chicos. Con lo cual siempre la excluían en todo.
Pero no le importaba, estaba bien con su soledad.
Siguió caminando alejándose de ellos y buscando un lugar en el que poder estar sola y así comer tranquila la tarta. Llegando a la parte trasera de su casa, se sentó en el escalón y colocó el plato sobre sus muslos. Con ojos brillantes, clavó la cuchara de plástico en la tarta.
Algo se movió en su campo de visión. Alzó la mirada y vio a los vecinos de al lado saliendo de su casa.
El señor Curt Pietre caminaba junto a su esposa apresuradamente, agarrando a sus tres hijos y metiéndolos en el coche. El señor parecía muy alterado mientras hablaba con su mujer. Quedó paralizada cuando la mirada de él se encontró con la de ella a través del cristal. Rápidamente bajó su rostro y se quedó mirando la tarta.
Después de unos minutos, escuchó el motor del coche arrancar. Levantó de nuevo la vista y los vio alejarse.
Apretó los labios con fuerza.
Ellos le causaban miedo.
Ella pensaba que los adultos eran raros... pero sus vecinos lo eran aún más. Se comportaban de manera muy extraña. Y no era la única que pensaba así.
Todo el pueblo hablaba sobre ellos.
Su madre, que no se dejaba guiar fácilmente por los comentarios de la gente, los justificaba diciendo que eran extranjeros, y como tales, tenían distintas costumbres.
Miró a la derecha y vió a Matt regatear con el balón a varios niños. Después golpeó el balón en dirección hacia la portería imaginaria que habían creado colocando sus chaquetas en el suelo. Pero la pelota se desvió y cayó dentro de la caseta que había construido su vecino al lado de su casa.
Ellos empezaron a maldecir.
No se atrevían a pisar los territorios de la familia Pietre.
Tenían miedo de las historias de terror que se contaban sobre ellos. Además, pensaban que aquella caseta estaba embrujada.Hace semanas, Tom Ziferman juró haber escuchado los lamentos de un espíritu.
Rápidamente se levantó de donde estaba y se dispuso a ir a otro lugar antes de que sus primos la vieran y la obligaran a coger el balón por ellos.
Pero era demasiado tarde... ya la habían visto.💀💀💀
Con el plato de tarta en sus manos aún sin tocar, atravesaba la verja que separaba la casa de los vecinos de la suya propia. Caminando sobre la hierba seca que crujía bajo sus pies, recordó todas las historias de esa casa.
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Maverick
Romance-¡Es un demonio!.-Gritó su madre. El niño lloraba y gritaba de dolor. Abrazaba su cuerpo pálido y ensangrentado intentando librarse de los golpes. Su padre se acercó a él y lo miró con asco. Se santiguaba y rezaba mientras le apuntaba con una cruz...