Problemas maternos

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Nico introdujo su llave en la cerradura de la puerta y con sumo cuidado la hizo girar, abrió lentamente tratando de no provocar ruido alguno y logró conseguirlo, felicitándose mentalmente por su éxito. Entró a la casa y fue igualmente cuidadosa al cerrar, las luces se encontraban apagadas, lo cual significaba que no había peligro a la vista y podía avanzar rumbo a las escaleras. Se movió rápida y sigilosamente como un ninja, pero a la vez algo temerosa de que ocurriese la típica escena cliché; donde hay alguien en la sala esperando a que pases para encender las luces y sorprenderte infraganti. Suspiró muy aliviada cuando llegó al segundo piso sin que nadie la atrapase. La primera habitación era la suya, así que bajó la guardia y tranquilamente entró a su pieza.

–Nicochi. –se dejó escuchar entre la oscuridad una severa voz.

–¡Mamá! –exclamó la pelinegra asustada al haber sido atrapada en el acto, y buscó en seguida el interruptor de la luz.

–¿Dónde estabas? –preguntó con semblante bastante serio la mujer de unos 40 años que se hallaba sentada en la cama– Elichi y yo solo te dimos permiso hasta las 2 am.

–B-bueno... es que mi conversación con Hanayo se extendió un poco más y...

–Sabemos que no estabas con ella. Elichi fue a buscarte, se preocupó porque no regresabas. Cuando llegó preguntó por ti y ella tuvo que confesar, dijo que volvió temprano a casa y que tú te quedaste charlando con otros compañeros de la universidad.

Nico miró hacia la puerta esperando a que su otra madre entrara furiosa a la habitación, diciéndole que estaría castigada hasta que una nueva era de hielo iniciara, pero nada ocurrió, se giró para ver a Nozomi esperando que esta respondiera la interrogante que hizo en silencio.

–Oh, ella aún no llega a casa, habló por teléfono para avisarme de la situación.

–¡мать va a matarme! –exclamó asustada la joven. Era consciente de que si Eli se encontraba muy molesta, se acabaría su libertad por una larga temporada y solo tenía una esperanza, rogarle a Nozomi. –Mamá...

–Esta vez no Nicochi. –canturreó la mujer mientras se levantaba de la cama.

–P-pero...

–Quizá si eres honesta y le cuentas a tu querida Nozomi-mamá el motivo por el cual te quedaste en la fiesta más tiempo del permitido, lo considere.

La sonrisa en el rostro de la mayor le inspiraba más temor que confianza a Nico, pero era eso, o intentar sobrevivir a la ira de su rusa madre. La pelinegra suspiró y procedió a contarle a su madre la situación.


–Nico-chan. Lo siento, entre mis padres y tu madre me fue imposible no hablar... –confesó su amiga ya el lunes en la entrada de la universidad.

–Ah... –fue todo lo que salió de la boca de Ayase Nico mientras caminaba con la mirada perdida fija en el suelo, y con tal ánimo que preocupó a la menor.

–¿Estás bien? -la detuvo Hanayo tomándola por los hombros.

–¿Ah? –la pelinegra por fin alzó la mirada saliendo de su semi trance y topándose con el rostro angustiado de su amiga– Estoy bien, solo debo buscar a Maki-chan a la hora del almuerzo y conversar con ella.

–¿Se enteró que están teniendo citas? –preguntó Hanayo bajando un poco la voz.

–Tuve que decirle para que aceptara tranquilizar a мать. –continuaron avanzando.

–No creo que les moleste que estés viéndote con una chica, después de todo...

–Te equivocas Hanayo, ese no es el motivo por el cual no he dicho nada. –el semblante de Nico se volvió sombrío mientras caminaban hacia los salones– Es por el bullying...

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