- Hola, Charlotte - susurro una dulce voz mientras yo habría levemente los ojos, al instante me di cuenta de que era un sueño, era una memoria del día en el que nací - Mi pequeña - sonrió mamá, que en aquel momento tenía tan solo veinte años, mientras se secaba unas pequeñas lágrimas que salían de sus ojos.
En aquel momento solo puede mirarla, no podía decir nada.
Desde que tengo memoria mi madre siempre ha sido una persona muy sensible que se ponía a llorar por cualquier cosa, por muy insignificante que fuera. Si tardaba un poco más de lo previsto en pagar el alquiler y venia la casera a preguntarle el porqué, ella lloraba, si se le quemaba la ropa mientras la planchaba, ella lloraba, si las profesoras de mi primaria o de la guardería le pedían hablar, ella lloraba pidiendo disculpa por lo que fuera que hubiese hecho.
- ¿Por qué siempre lloras? - recuerdo que le pregunte a mi madre cuando tenía seis años e íbamos de camino a casa después de que ella me recogiera del colegio.
- Todos tenemos que llorara - me contesto mamá.
- Vaya respuesta - le dije mientras hinchaba las mejillas.
Recuerdo que el día en el que mamá me dejo en casa de la abuela mientras ella se iba a trabajar le hice la misma pregunta a mi abuela.
- ¿Por qué mamá siempre llora? - pregunte mientras me comía unas galletas que me dejo la abuela en la mesita.
- Llorar ayuda a tu mamá liberar ansiedad y aliviar tristeza - me respondió la abuela mientras me acariciaba la cabeza.
- ¿Mi mamá esta triste por algo? - pregunté.
Sinceramente, no entendí nada de lo que la abuela dijo, tampoco llegue a entender por qué en ese momento mi abuela me miraba con tristeza, ahora si soy capaz de entenderlo... ya no soy una niña pequeña.
- Charly, es hora de despertarse - dijo mi madre mientras me acariciaba la mejilla.
- Vooooy - susurré medio dormida, intentando abrir los ojos, lo cual me costo bastante.
- Te deje el desayuno en la mesa, también te deje preparado un bocadillo para el instituto - y tras decir aquello me levante, abrazando a mi mamá.
- Que te vaya bien - dije y le bese la mejilla.
- Lo mismo te digo - contesto mamá mientras me besaba también la mejilla y se marchaba a toda prisa.
Me levante de mi cama y cogí unos pantalones escarlata, una camiseta rosa pastel y una sudadera blanca, sinceramente preferiría ir en pijama pero me compraron esa ropa así que al menos la usaría una vez.
- No sé que parezco - susurre mientras me miraba al espejo, observando mi desordenado cabello negro. Me dirigí al pequeño baño y me peine con todas mis fuerzas para intentar deshacer los enredos de mi cabello - Auch, auch, auch - repetía una y otra vez mientras me peinaba.
Finalmente, me hice una coleta alta y cogí mi mochila, la cual siempre dejaba fuera del baño. Me dirigí al salón/comedor y cogí las tostadas con mantequilla que dejo allí mi madre, metí el bocata en la mochila y me acerque a la salida, cogiendo las llaves que había colgadas en un colgador, el cual se encontraba junto a una fotografía de mi madre y yo. Éramos iguales, la única diferencia ente nosotras éramos que mis ojos eran verdes y los suyos azules, bueno, y que recientemente decidió cortarse el pelo y ahora perecía un hongito.
Me puse unas botas marrones y abrí la puerta, suspirando al ver como mi madre se encontraba disculpándose con la casera.
- Buenos día Charly - dijo la casera al verme.
- Hola, señora Jobs - dije con una sonrisa mientras salia del portal.
Mientras me alejaba podía escuchar los repetidos "Lo siento", que decía mi madre mientras la señora Jobs decía que no pasaba nada.
Mire de reojo la casa en la que vivíamos, era un pequeño apartamento de tan solo cuatro habitaciones, eso quería decir que mi madre y yo teníamos que compartir baño y habitación.
Aun siendo pequeño era un buen lugar para vivir, los vecinos eran amables y la casera nos dejaba una semana más para pegar.
Otra cosa que también me gustaba era el instituto de aquí, los chicos y chicas eran muy buenos, no se fijaban en si eras rico o pobre.
Definitivamente, amo este lugar - pensé mientras me acercaba a unas compañeras de clase.
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Mamá, eres una llorona
Ficção AdolescenteCharlotte, es una joven de 15 años que vive sola con su madre, la cual posee una personalidad muy frágil. Nuestra protagonista suele desesperarse por la actitud de su madre, pero en el fondo solo le gustaría verla sonreír como cuando era pequeña. "P...