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No sabía porqué pensaba tanto en Rubén. Debo admitir que durante mi adolescencia le tuve cierto miedo a él, ya que su odio me lo había dejado bastante claro en el día que me golpeó hasta casi dejarme inconsciente, por suerte no me desmayé y fui encontrada por unos de los porteros del lugar.

Mi vista se nublaba al recordar lo de mi rodilla, pero siempre trataba de mantenerme fuerte ante ello y jamás le demostré mi miedo a Rubén.

Iba desconcentrada por la calle, de un momento a otro siento como unas manos me sujetan fuertemente de mi cintura y veo como éstas me tiran hacia atrás por el simple hecho de que un auto se acercaba violentamente hacía mi.

No reaccionaba ante nada, hasta que voy sintiendo mis párpados pesados, pero de repente los vuelvo a abrir, volviendo a reaccionar ante la escena que se encontraba en frente mio.

Estaba mareada y un chico trataba de hablarme, pero no lo escuchaba, sólo lo miraba detenidamente. Tenía el cabello negro, unos anteojos, ojos color café y al parecer había sido él el que me salvó del accidente.

Poco a poco fui volviendo a escuchar, aunque estaba aturdida por el susto que me había dado. El chico, simpático, se para y tiende su mano, aún desconcertada la recibo y me levanto lentamente, pues mis piernas no parecían reaccionar, el chico me toma cuidadosamente de mi cintura y va retrocediendo poco a poco hasta llegar a una banca para sentarme.

-¿Hey, estáh bien?- pregunta con su curioso acento, se daba a saber que no era de por aquí, no de ésta zona al menos.

Me quedé un momento en silencio- Emm..., s-sí, creo que sí.- estaba mirando hacía el suelo, aún no me recuperaba del todo.

-Mi nombreh eh Miguel, pero mih amigoh me dicen Mangel, lamento queh te haya tomado asíh poh sorpresa, peroh de loh contrario, seguroh que yah estabah en el hospital...- sonrió de lado, vaya éste chico es demasiado amigable, creo que le estoy tomando confianza sin siquiera conocerlo.

-Sí, lo siento, fui yo la tonta que no veía por dónde caminaba, además gracias por salvarme. Lo siento si te estoy quitando tiempo, pero ya estoy bien, de seguro tienes cosas por hacer.- le sonreí, a lo que él respondió de la misma manera.

- Lah verdah que tengo que ir a visitah a un amigoh, peroh él puede esperah, no creo que seh molesteh. ¿Quiereh queh teh acompañeh hacia tu casah?- preguntó un tanto nervioso, el miraba el suelo, le toqué el hombro y él me miró esperando respuesta, lo pensé unos momentos y luego respondí.

-La verdad es que, estoy saliendo de ese lugar e iba a realizar las compras, pero no te preocupes por mi, vivo cerca de aquí, en los departamentos de allá.- señalé hacía donde se encontraban los edificios, Mangel sonrió y volvió a mirarme, nuestras miradas se conectaron por unos segundos, aparté mi vista y Mangel sólo rascó su nuca algo nervioso.

-Es curioso, mi amigoh viveh en esoh edifcioh, peroh nunca te vi por esoh lugareh.- me quedé mirándolo por un momento.

Traté de levantarme de la banca, gracias a dios no me dolía mi rodilla, sonreí al saber eso y luego miré a Mangel, éste me miró un poco preocupado, pues estaba un poco mareada, pero no le di importancia, de seguro se me pasaba después.

-Mangel, un placer haberte conocido, voy a estar bien, ve a visitar a tu amigo, de seguro te está esperando, si quieres te doy mi número para que sigamos en contacto.

-Estáh bien, creo queh iréh ahora por mi amigoh, eh tan niño queh de seguroh se va a morih si no voy dentroh de 5min.- me sonrió y me tendió un papel que tenía, lo tomé, anoté mi número y se lo devolví, éste lo guardó en un bolsillo de su pantalón.- Graciah, luegoh te habloh...

-Emily, pero dime Em.

-Deh acuerdoh, hasta luegoh.

-Adiós.- vaya qué éste chico me había caído bastante bien.

Me dispuse a caminar para comprar un poco de comida,pero el mareo no cesaba, así que tuve que detenerme un rato para tomar aire y seguir caminando.

Luego de realizar las compras, me dirigí lentamente hacía mi departamento. Una vez dentro del lobby, fui lentamente hacía el ascensor, aún me mareaba y mis piernas tambaleaban a cada paso que daba, entré al ascensor y presioné sin energía el botón para ir a mi piso.

Me estaba sintiendo demasiado mal, cuando salí del ascensor, mis piernas se debilitaron más de lo adecuado, por suerte pude llegar a la puerta de mi apartamento, pero mi vista se nubló, todo daba vueltas y me dejé caer sobre la puerta, dejando las bolsas con las compras a un costado, tenía las llaves en mi mano, pero no tenía la fuerza suficiente para entrar.

Ahora mismo rogaba con que alguien me encontrara para ayudarme, pero nadie se veía, poco a poco fui cerrando los ojos, mi respiración se volvió pesada y me costaba inhalar aire. 

Luego escucho débilmente como se abría una puerta, la persona estaba de espaldas y al parecer no se había percatado de mi existencia, traté de hablar, pero no salían las palabras, traté por unos segundos más y pude decir ayuda en casi un susurro.

Al parecer la persona me escuchó y se dio la vuelta mirándome con terror, comenzó a hablarme, pero yo ya me había desmayado en el lugar.

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M.


Mi vecino, mi enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora