- !Wuau, eso suena genial! Cuando veas que no puede convertirme en hielo seguramente pensarás que soy mejor caballero que tú. Aunque, creo que mi madre está equivocada, ella me dijo que la reina Gissel era bondadosa.
- - Estoy bromeando pequeño bufón –dijo el señor husko riendo con gusto- la reina Gissel es encantadora y muero porque la conozcas.
- - Bah, tampoco creo que sea tan encantadora, no me da ánimos ir a verla, eso no tiene nada de fantástico, no hay dragones, ni arañas gigantes, yo quiero luchar contra bestias. Pin pun pan dijo el pequeño Fuffy antes de caer resbalado en la arena
- - Fuffy, si quieres convertirte en un gran caballero debes saber que no solo necesitas ganar batallas o derrotar bestias gigantes, si quieres serlo debes defender las buenas causas y saber reconocer el camino de la honestidad y de la bondad, lo fantástico puedes encontrarlo hasta en una gota de lluvia en medio del invierno, es más, te voy a contar algo realmente fantástico, indudablemente me pedirás que te lleve a ver a la reina.
- El pequeño Fuffy se levantó de sopetón y se incorporó con las orejas levantadas, el señor husko hizo una mueca dándose interés, una mueca de esas que hacen los mejores cuenta cuentos.
- "Cuando tenía tu edad la reina Gissel y yo pasábamos mucho tiempo juntos, recuerdo que era uno de los últimos días de invierno, la nieve había dejado de caer pero aún se encontraban muchos valles llenos de ella, a Gissel le encanta la nieve y todo empezó cuando intentó golpearme la cabeza con una bola, tengo que contarte un secreto Fuffy pero no puedes decir nada, nuestra reina Gissel no tenía una buena puntería... para nada, yo no me quedé atrás y le lancé una que le pegó en toda la frente, después de diez minutos Gissel estaba en el suelo sin poder levantarse por el bombardeo de mis bolas de nieve, lo increíble es que Gissel no paraba de reírse, parecía que entre más yo acertaba y entre más ella fallaba, más se reía. Pero lo que me pareció fantástico fue que al terminar, diez minutos más tarde, todo nuestro alrededor estaba lleno de flores y de grama, la nieve había desaparecido por completo".
- - Eso no tiene nada de grandioso señor husko, todos sabemos que la reina Gissel controla las estaciones, por algo es la reina.
- - No me interrumpas pequeñin, aun no te cuento lo más extraordinario.
- "Yo fui testigo minuto a minuto de ese momento increíble, cuando Gissell cayó al suelo, su gorro se deslizó de su cabello, supongo que sabes que su cabello cambia de color dependiendo de su estado de ánimo, ese día lo llevaba azul pastel, de un momento a otro pasó a un color rubio, nunca había visto su cabello ondulado, pero cuando comenzó a reír empezó a agarrar forma, entre más reía más crespo se volvía, llegó un momento en que parecía que su cabello tomara el control de su risa, o al contrario, su cabello se reía con ella moviéndose de un lado para otro, de arriba hacia abajo, rulo con rulo danzaban a la melodía de su risa, bailaban, cantaban, reían, y cada vez se hacían más brillantes. Yo estaba de pie frente a ella, la miraba pasmado, nada me parecía más entretenido, no sé en qué momento la nieve había desaparecido, apenas pude fijarme en los retoños de flores a nuestro alrededor, vi como florecieron en menos de un segundo, nunca había visto tantas flores florecer al mismo tiempo, nunca la había visto reír tanto, su sonrisa era hermosa, llenó de vida aquel lugar, las flores todas eran amarillas, y luego rojas, luego azules y al final todas terminaron siendo amarillas otra vez".
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Historias del reino: las aventuras del husko
Fantasyfragmentos, historias del reino de Kalamita.