Se ha oscurecido la costa ya hace un buen rato, horas tal vez , pero sigo aquí tirado en esta hermosa arena buscando respuestas, pensando en ella como he hecho por más de nueve años, nunca ni con su muerte podría olvidar a la que fue mi única familia desde que tengo memoria, mi mujer fue la persona que más he querido y juro podrían pasar mil vidas y no podría encontrar ni igualar nunca un amor semejante al que tuvimos por casi seis años hasta que un ser, una criatura enferma y morbosa me la arrebató.
Eran las seis de la mañana, al igual que en la canción de Vasconcellos, cuando un agente del FBI y su joven compañero tocaron a mi puerta; yo a esa hora ya listo para salir a trabajar no tardé en abrir la puerta con una tostada a medio comer en mi mano izquierda y me sorprendí al notar que el joven parecía algo sensato; los hice pasar algo fastidiado, pero ambos solo se limitaron a negar con la cabeza:
- Teniente Monroe y Mathews - habló el sujeto de mayor edad con tono cansado- lamentamos venir con noticias tan crudas, señor , hemos encontrado el cuerpo sin vida de su...- hizo una pequeña pausa para tomar aliento- prometida - me quedé helado al igual que estoy ahora en este desolado rincón de la ciudad y mis ojos se humedecen como si la muerte hubiera aparecido ayer por nuestra casa con su macabra sonrisa y reluciente hoz y es que me siento vacío, creo que en el fondo estoy seguro de que no hay esperanza para mí porque el vacío no desaparecerá ni menos se llenará, estoy hundido hasta el cuello y lo que alguna vez llamé conciencia ahora parece ser solo un rincón vacío de mi subconsciente.
Recuerdo el roce de sus dedos con mis piernas encima de sus caderas y el olor a tabaco fino impregnado en nuestros labios que al chocar entre si encendían nuestro éxtasis hasta altarnos, sacarle su polera de Slipknot y besar su espalda mientras desabrochaba su sostén me hacía delirar porque ella era mía y de nadie más, ella me elegía y yo a ella también.
Mientras vuelvo caminando a mi departamento que está a unos veinte minutos de la costa de california creo verla una y otra vez y oír su voz una y otra y otra vez, parece casi irreal que al llegar subo las largas escaleras que dan a mi departamento con paso rápido y abro la puerta cabizbajo, entro y me derrumbo en el suelo porque no soporto más este disparo al corazón y a quema ropa al que me han condenado y el punzante desconsuelo que he llevado hasta hoy, mi cabeza es un maldito agujero negro que con los años no ha hecho más que crecer sin control, cuanto he malgastado llorando y maldiciendo a una sombra o espíritu o delirio, no tengo esperanza alguna ni pista que resuelva de una vez el caso que me acabo tirando al precipicio, la paz que tanto anhelo no la he podido encontrar nunca, ¿ Estoy mejor durmiendo solo? ¿Qué harías tú en mi lugar?
Mientras lloro catárticamente suena el teléfono, pero no logro ponerme de pie- ¿Qué haré para seguir, Ness? - digo desesperado sin escuchar respuesta alguna y me levanto del suelo de golpe mareándome y perdiendo el poco control que tengo de mí en este momento, pero camino hasta la habitación.
Todo está oscuro y llueve, se escucha un tintinear a lo lejos, junto a mi logro reconocer a una pequeña niña que me sonríe tierna mente y que con sus grandes ojos verdes me carcome el alma y me quema con su odio profundo, lo puedo sentir ahí dentro suyo y yo intento alcanzarla y tomarla entre mis brazos, decirle que lo siento por lo que le hubiese hecho y lo que no también pero de pronto al solo rozar sus huesudos hombros ella cae inerte de un tiro en la frente disparado desde algún punto ciego de la oscura habitación, intento caminar hacia su cadáver el que parece desintegrarse sin importarle lo mucho que lucho por llegar. Un destello me ciega unos segundos para luego reconocer un socavón en el suelo el cual se va haciendo más y más visible, más profundo y a pesar de que lucho con todas mis fuerzas por moverme no puedo controlar mi cuerpo, este no obedece y se reconoce tieso y frío.