Aryan se quedó quieto, cauto. Observó cuidadosamente a su alrededor; estaba asimilando aquel lugar tan conocido como desconocido.
Miro el jardín y posó su mirada sobre los rosales los cuales cada vez que los mirabas llenaban de vida al enorme jardín pero lo único que descubrió fueron arbustos, no había ninguna flor, la mata de hojas estaba muriendo poco a poco; manchas, coloraciones de color café se esparcieron por todas las hojas. Para Aryan sería un gran trabajo reconstruir aquel lugar.
Cambio su vista a lo que fue al pasto el cual estaba muy alto, unos 15 cm de pasto se alzaba firmemente. Y el camino de piedras que llevaba a la casa era lo único que parecía intacto en lo que respecta a la propiedad. La fachada de la casa estaba completamente arruinada la pintura de las paredes comenzaba a caerse, el tejado estaba lleno de hojas de pino y de tierra.
Tomo las llaves con fuerza.
Se acercó a la puerta y miro la cerradura, era claramente nueva. Y en ese momento el contraste de lo nuevo mezclado con lo viejo le causo nauseas.
Metió las llaves a la cerradura y con un fuerte suspiro giró las llaves, abriendo la puerta. Al entrar a la casa un fuerte olor a moho y polvo inundó su nariz. Miró a su alrededor y todo estaba lleno de cajas y sobre esta polvo y telarañas se posaban en cualquier lado. Camino lentamente los muebles estaban cubiertos de telas o plástico.
Se acercó a las escaleras y subió lentamente. Entró a la habitación que le había pertenecido a su abuelo. Había un completo orden tal y como su abuelo siempre lo había mantenido. Se acercó al pequeño mueble que se encontraba al lado de la cama y tomo un marco que se encontraba ahí, en esa foto aparece su abuelo y sus padres. Y en medio de ellos dos había un niño al lado de los castaños él era un extraño, él y su pelo rojizo además de sus ojos verdes aceitunados y su piel completamente blanca lo hacían parecer como un extraño infiltrado en una familia. Sus padres dos castaños con ojos color miel le sonreían y abrazaban. Pero él se sentía extraño con ellos.
Pero su abuelo era cosa diferente, él siempre lo hizo sentir parte de la familia. Se acercó al armario y vio la ropa de su abuela aun ordenada de manera perfecta. Su abuelo las había conservado.
Aun él recordaba el día en que su abuelo partió de ese mundo él tenía 12 años como siempre se había peleado con su madre, y como usualmente solía hacerlo se metió al cuarto de su abuelo. Su abuelo ya se encontraba acostado en la cama leyendo un libro de vampiros.
Él nunca comprendió porque le interesaban ese tipo de historias, dejo su primera edición de Drácula de Bram Stoker en el buro que tenía al lado, dejó sus anteojos ahi tambien y le indico a su nieto que se acostara con él.
—Otra vez peleaste con tu madre.
—Si, de nuevo dijo que eras un viejo loco obsesionado con seres de la oscuridad.
—Y ¿Tu que opinas de ello?
—Que ella es la que está loca. Tu eres el hombre más cuerdo que conozco en esta familia.— Dijo haciendo un puchero mientras se apegaba al pecho de su abuelo.
—Ella solo quiere lo mejor para ti.
—Pero ¿Cómo es que quiere algo mejor para mi si no trata de comprenderme?
—A los padres les es muy difícil entender a los hijos.
El señor abrazó a su nieto mientras le sonreía, para Aryan no había nada mejor que charlar con su abuelo. Lo adoraba a él y sobre todo el como le contaba maravillosas historias de vampiros. Eso era lo que le fascinaba a el.
—Hijo hoy me siento muy cansado no creo poder llegar a leerte algo sobre vampiros.
El joven hizo un puchero pero no le reclamo nada a su abuelo simplemente se acomodó con él, no hubo necesidad de palabras simplemente apago la luz y ambos durmieron juntos.
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Sangre Vampirica ©
VampireAquel terrible ser lo miro a los ojos. Su respiración se entrecortaba y entre más miraba esos ojos tan rojos como la sangre misma entendió una sola cosa. Siempre seria de él. Su corazón por el contacto visual se aceleraba como un caballo desbocado...