Querida Vivian,

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Esta mañana vino a visitarme un par muy especial. Sobre la visita no hay casi nada nuevo que contar. Nuestra Cecilia llegó con la pequeña Janice tomada de la mano a visitar a su abuelo. Los tres nos sentamos en una mesa del jardín a platicar y poco después nuestra nieta se puso a jugar en el jardín del hospital, corriendo y disfrutando estar rodeada de tantas flores de diversos colores, mientras que su madre y yo continuábamos nuestra conversación. En algún momento de nuestra plática llegó un doctor a darnos nueva información sobre mi enfermedad. Por lo que tengo entendido, pronto podré regresar a mi hogar, el lugar que tanto extraño y añoro, del cual he estado separado mucho tiempo.
Al retirarse el doctor, llegó Janice con un diente de león en sus manos y me pidió que cerrara los ojos y le dijera mi deseo al viento; y así lo hice. Más tarde, el cielo se oscureció y comenzó a hacerse presente el frío, Janice y Cecilia tuvieron que irse y yo pasé con un enfermero a pedirle un favor especial.

Sé que hace tiempo no te hablo y puede que estar separados sea parte de la razón, pero el diente de león me hizo recordar varios momentos que compartimos juntos y quise escribirte esta carta antes de irme a dormir. La flor hizo que me acordara de la manera en que nos conocimos. ¿Lo recuerdas? Nuestros salones fueron juntados para salir a un viaje escolar a visitar un lago. Yo me encontraba haciendo los desmanes que desquiciaban a los maestros y no sé cómo o por qué razón, comencé a pelearme con un grupo de amigos de tu salón. Cuando los maestros nos habían separado, me fui a perder en la profundidad del bosque, pero no tuve que irme muy lejos para toparme contigo. Estabas sentada debajo de un roble, con tus ojos cerrados y te vi soplar a una flor de dientes de león, al terminar abriste tus ojos y miraste a tu alrededor.
La verdad no sé por qué me escondí, será por los moretones que tan pintorescamente decoraban mi cara, pero tu mirada me encontró y caminaste hacia mi y me ayudaste a limpiar mis heridas. Después de eso comenzamos a salir por las tardes muy seguido. Me aseguré de mandarte siempre, sin falta, una carta cuando tus padres no te permitían salir debido a que creían que era mala influencia para ti.
Saliendo de universidad nos casamos y fue la experiencia más significativa de toda mi vida. Me arrepiento especialmente de que después de unos 12 años, cuando Jorge, Ian y Cecilia ya estaban grandes, tuvimos una pelea muy grande que duró varias horas. Tomaste el auto y saliste a la casa de tus padres. Poco tiempo después, cuando ya había recapacitado sobre nuestra pelea, fui a buscarte pero ya era demasiado tarde para pedir perdón; te habías ido.
Regresé a la casa y llamé a mis padres, les dije que no podría cuidar de nuestros hijos por un tiempo y una vez los dejé en su casa, me dirigí a un bar a desahogarme y tomé hasta no poder más. Así fueron todas mis noches durante un periodo de mi vida, en el trabajo me advirtieron que ya no soportarían un comportamiento como el mío, mis padres llevaban cuidando de los niños alrededor de 1 o 2 meses y ya me encontraba en números rojos con el banco. Eso fue hasta que llegaste una noche a ayudarme a cambiar el rumbo que había tomado mi vida. Te lo agradezco. Después de eso, mi vida volvió a un buen camino y recogí a los niños de la casa de sus abuelos. Ahora Jorge e Ian tienen grandes empleos y viajan todo el tiempo. Cecilia se casó hace unos años y viven ella, su esposo y la pequeña Jan en la casa que teníamos cerca de la playa. Todos son independientes ya, volaron y dejaron el nido una vez terminaron de estudiar sus carreras y no necesitan ayuda para ningún problema.
Querida Vivian, el enfermero acaba de llegar para cumplir el favor que le he pedido antes, hacerme entrar en un largo sueño para no volver a despertar. Como te dije, los niños no tienen ningún problema y no quiero darles uno con mi enfermedad. Esta tarde, cuando el doctor llegó con Cecilia y conmigo, me dijeron que estaba en etapa terminal. Una vez sé fueron, decidí que para qué cuidar de un viejito como yo si lo único que quiero es regresar a mi hogar del cual he estado separado tanto tiempo, que tanto extraño y que tanto añoro... estar junto a ti.
El choque que tuviste me destrozó, siempre he sentido que fue mi culpa. Te agradezco el haberme visitado en un sueño, no hubiera podido seguir sin tu ayuda. Ahora puedo descansar amor y pronto estaré junto a ti.

Te amo Vivian, siempre te extrañé.

Una carta antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora