Recomiendo volver a los capítulos anteriores y reeler un poco, ya que debido a la demora, es probable que no se entiendan ciertas partes del capítulo.
-¡Muévete! -una molesta voz gritaba sin parar-. ¡Maldito cerdo, muévete! -moví mi mano hacia cualquier dirección, esperando encontrarme con aquella persona que perturbaba mis sueños-. Ugh, Cat, debes despertar.
Ignoré aquella ultima orden, en parte me daba flojera responder, y por otra, tampoco entendía lo que la voz decía, mi cerebro estaba demasiado adormecido como para comprenderlo bien. Luego de unos segundos, unas manos comenzaron a remecer mi cuerpo de un lado para el otro. Esto debía parar.
-¡¿Qué te sucede?! -grité cansada mientras apartaba las sabanas de mi cuerpo. Rose estaba parada en frente a mí con los brazos cruzados sin decir ni una palabra-. ¿Me vas a decir por qué me despertaste de mis dulces sueños? -le dije harta.
Primero, me despierta de la forma más molesta que existe, y luego no tiene nada que decir, solo me mira con cara de reproche.
-Debes despertarte, ya son las 10:00, tienes cita con el doctor a las 11:30.
¿Cómo es que habla tan relajada cuando hace unos momentos no paraba de gritar? Se dio vuelta con agilidad y salió de la habitación cerrando la puerta. Una vez sola en el cuarto, suspiré pesadamente y me senté en la cama con mucha dificultad. Retiré con mucho cuidado una parte del gran parche que cubría la mayor parte de mi muslo izquierdo para ver cómo estaba la cicatriz. Se veía bastante bien, pero aún me dolía mucho, y me costaba trabajo moverla. Me levanté con las muletillas y me dirigí directamente al baño para tomar una ducha.
Una vez lista, me vestí con unos simples jeans y una camiseta negra. Camine con lentitud hacia la sala de estar, donde Rose, sentada en el sillón, tecleaba en su celular frenéticamente.
-Ya estoy lista -dije con cautela, no quería interrumpir lo que fuera que estuviera haciendo, ya que se veía bastante ocupada. Despegó la vista del teléfono y me miró. Contuve un poco el aliento hasta que me respondió despreocupadamente.
-Bien, pasemos a un Starbucks a comprar café y luego te dejo donde el doctor -se levantó y abrió la perta con rapidez.
-¿No vas a acompañarme?
Ella negó con su cabeza y siguió caminando.
-Tengo cosas que hacer – rodó los ojos-. Cuando termines, me llamas y te paso a buscar.
Asentí en silencio y me acomodé en el asiento del copiloto.
Las citas al doctor siempre alteraban un poco mis nervios, en especial cuando se trataba de una revisión. Esta era la primera vez que volvía a un hospital desde el accidente, y todavía no estaba segura de haberlo superado completamente. Aunque lo disimulara perfectamente, me sentía insegura en los autos, y me costaba mucho trabajo aceptar el hecho de que tendría un camino bastante difícil que recorrer para volver a la normalidad. Además, hay cosas que todavía no recuerdo completamente, o personas a las que solía conocer, pero ahora ni siquiera puedo reconocer.
La puerta del piloto se abrió súbitamente, sacándome de mis pensamientos. Era Rose que entraba con dos vasos en sus manos. Un exquisito olor a café recién hecho inundo el auto, y sonreí sin darme cuenta. Mire al exterior, observando la gente y los autos pasar. No pude evitar pensar en todas las distintas realidades que se estaban llevando a cabo afuera. Todas aquellas personas tenían vidas completamente distintas entre sí, distintas a la mía. ¿Cuál era la posibilidad de que, precisamente yo, sufriera un accidente automovilístico? El tiempo paso sin darme cuenta, hasta que el auto se detuvo frente a un enorme edifico lleno de ventanas y gente saliendo y entrando.