Capitulo 31

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-¡¿Slender estás loco?! ¡¡No le des los retratos, todo menos eso!!~ Son mi tesoro~~

-Shhh, calla de una vez esa enorme boca tuya Jack. Si el operador lo dice es por que es necesario; ya podremos dormir sin oir los lloriqueos de todas las noches.

Esas fueron las exclamaciones de Jack y Masky una vez que salieron de la cueva. Slender se limitaba a centrarse en sus pensamientos pensando en que si lo que habia hecho estaba bien.

-Era mi única salida, Jack. Los niños estarán mejor en la cueva de Zalgo que en nuestra mansión.

El payaso hizo un enorme puchero como si de un niño se tratase mientras a lo lejos la cabaña se podía divisar.

Una vez llegaron y entraron en la cabaña se dedicaron a ver sus alrededores.

Habia una total calma dentro de la cabaña lo cuál le incomodaba un poco y le.llegaba a ser algo extraño.

-Quiero que miren todas las habitaciones, asegurense de que todos esten bien.- Exclamó Slender a lo que los ajenos salieron disparados a ver donde estaban los demás.

En tanto, el pelinegro salió en busca de Charlotte llendo a averiguar si estaba en su habitación. Y si, efectivamente ahí estaba. Por alguna razón estaba dormida así que la dejó como estaba.

Regresó a la sala mientras Jack sostenía una hoja en su mano.

-El artista estuvo aqui~ y nos quiso dejar una obra de arte.~

El ajeno arrebató la hoja mirando detenidamente su contenido. Se trataba de un dibujo de Charlotte, dormida, lo cuál hizo que se preocupara.

Apretó la hoja con ambas manos guardandola en el bolsillo de su saco.

-¿Encontraste a los demás?

-Por supuesto que sí Slendy~ Todos están en sus habitaciones cuidando de sus horrorosos niñatos.

Slender frunció el ceño mientras asentía con la cabeza.

-Bien Jack, será todo por ahora, debo prepararlos.

El payaso arqueó una ceja al respecto mientras miraba a su jefe.

-¿Pre-pa-rar-nos? ¿Para qué?

-Para nuestra guerra.

Seguido, salió directo al bosque donde caminó hasta la pequeña casa de Smile, asomándose para ver el interior.

El can no estaba dentro, por lo que suponía que estaba con su amo en el sótano de la casa. 

Soltó un suspiro algo largo mientras volvía a emprender su camino. Se dirigió hacia la parte trasera de la casa donde se detuvo frente a un árbol frondoso y enorme.

Se acercó a este abriendo una entrada por el mismo. Era de un tamaño considerable, dónde cualquiera podía entrar. 

Entró en el hueco con la tranquilidad característica de él cerrando la puerta gracias a uno de sus tentáculos.

Dentro del hueco se notaban unas escaleras que iban bajando de caracol, y si guardabas el silencio suficiente podías oír algunos quejidos y risas.

El joven se  aventuró a bajarlas serenamente mientras miraba con atención la estructura del escondite asegurándose de que todo estuviese bajo control y sin ningún percance.

Se iba acercando al lugar y lo sabía por como los ruidos se hacían cada vez más y más fuertes. 

Terminó el último escalón llegando a una enorme sala donde se podía apreciar un sofá enorme y nuevo.

Alrededor del sofá, en la pared colgados para ser exactos, habían alrededor de 9 retratos de niños llorando.

Cada cuadro estaba estaba decorado finamente con letras de oro indicando sus nombres y los cuáles también se encontraban dentro de un marco de madera fina.

Slender miró los alrededores sentandose en el enorme sofá, mientras cruzaba una de sus piernas y se acomodaba.

la habitación estaba iluminada por candelabros de bronce y cada uno correspondía a una pintura.

Los cuadros parecían observar al chico, y sí, efectivamente los cuadros le miraban a propósito.

-Mis niños, les tengo malas noticias... No les va a agradar.

Pasó su mirada por cada cuadro y enseguida volver su vista a sus manos.

-Zalgo será su nuevo propietario.

En un segundo el ambiente se tensó y miles de lloriqueos comenzaron a oirse en la habitación por parte de los retratos, aunque estos no hicieran movimiento alguno.

-Lo siento, pero tenía que hacerlo. Deben sentirse descepcionados conmigo, inclúso molestos, pero lo que tengo que decir respecto a eso es lo siguiente: Han sido la mejor reliquia que alguien pudo haber tenido.

Los lloriqueos cesaron, el pelinegro acomodó su flequillo mientras daba otro vistazo a los cuadros.

-No se preocupen, yo me encargaré de recuperarlos luego.

Y sin más se levantó del sofá caminando a la salida. Paró en seco al sentir un ligero jalón de su mano haciendo que volteara instintivamente.

Un niño de lo más hermoso estaba a su lado con la cabeza gacha, y después de algunos segundos produjo sus palabras.

-Te ayudaremos.

Slender se quedó quieto unos instantes para luego sonreir lascivamente.

-Cuento con ustedes, mis pequeños.

War Of Darkness 『 The Creepy House. 』© | PAUSADA Y EDITANDO.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora