Capítulo #1: El día de la catástrofe

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Tenia miedo,  mucho. Todo el mundo corría y lo único que quería la gente era llegar a una de las naves. Los reoxs habían invadido nuestro planeta y ya no teníamos nada; nos habían quitado todo.

La gente había pagado millones para que pudieran realizar este experimento pero lo que habían logrado era el fin del mundo. La gente estaba aterrorizada y yo, una chica de 17 años iba en brazos de su padre por culpa del temor.

Mi padre me tenía en brazos; me agarraba muy fuerte con miedo a perderme. Iba de la mano de mamá, corríamos hacia la número 7, qué era la que tenía menos gente.

Alguno de los vehículos estaban destrozados por culpa de ellos. Estábamos a pocos metros de la puerta, se estaba cerrando y empezamos a correr más rápido. Mi corazón empezó a acelerarse y mi respiración era agitada. Cuando llegamos habían cerrado la puerta, dejándonos fuera y sin esperanzas apenas. Mi madre empezó a llorar y causó que yo la imitara.

Con la vista, mi padre buscó otra nave y corrió hacia ella. Estaba llena y lista para despegar porque estaba siendo atacada por un reox. Cuando el invasor fue a la parte de atrás de la nave aprovechamos para entrar.

El piloto empezó a calentar los motores ya que el monstruo, causado por una maldita infección, empezó a romper las paredes. En menos de un minutos ya estábamos en el espacio.

La gente rezaba para que todo saliera bien, rezaban para sobrevivir. Mi llanto ya se había calmado y mi madre me tenía en brazos, calentándome. No paraba de susurrar cosas que no entendía y me estaba empezando a dar miedo.

Días y días buscando un planeta, un planeta en el que pudieranos engendrar vida. Ya ni me acordaba si era verano o invierno porque toda esta catástrofe era lo único que rondaba por mi mente. Pensar que todo esto empezó por un experimento que salio mal, haciendo que maten a sus seres queridos solo porque estaban infectados.

Yo fui una de las pocas personas que pudieron ver la transformación. Estaba en el trabajo porque mi padre esperaba a un amigo. Las alarmas empezaron a sonar y nosotros salimos fuera. Una persona cayó rendida ante nuestros pies y ahí se convirtió en un reox. Primero,  se le empezó a caer todo el pelo del cuerpo y la piel se le empezó a corroer. Se puso a cuatro patas y lo que predominaba eran las grandes y pubtiagudas garras que tenia. La cabeza se le enganchó y la cara se le aplastó. Los ojos se le agrandaron y se convirtieron en un color verde botella. Los labios ya sólo eran una línea de pura carne. La piel se le arrugó y había partes negras. Ya era un reox.

Empezamos a salir a correr y ahí fue cuando la invasión empezó. Lo único que tenías que  hacer era alegarte porque te podías convertir por varios métodos: siendo infectada, que te arañe un reox, y que te muerda.

Empezaron evacuando toda la zona. Veía a madres con sus hijos, corriendo como nunca lo habían hecho antes. Los padres llevaban cualquier objeto que sirviera para defenderse contra uno de los infectados. Contemplar todo esto era muy doloroso porque ya nada iba  a ser lo mismo; la historia iba a cambiar.

Llegaron los militares del gobierno, con todo su armamento pesado intentando parar la plaga de reoxs que venían a por nosotros. Mis ojos observaron como les mataban. Bombas llovían del cielo, con un solo fin, matandolos y haciendo salpicar el líquido negro que ahora era su sangre.

Nos subieron a un camión y nos llevaron por un camino desconocido. Más camiones aparecieron y todos aguardaban familias desesperadas por salvarse. En mi camión,  había cuatro familias: una de ellas estaba rezando,  otra familia llorando,  otra completamente quieta, y la última,  durmieron porque el miedo pudo con ellos.

Nos llevaron a una casa que se suponía que era como un fuerte; nadie podría entrar allí pero después de tres días,  tuvimos que cambiar de sitio. Oiamos gritos de las personas. Entonces nos pusimos en guardia. Los llantos se escuchaban cada vez más cerca. Los reoxs nos encontraron y empezaron a destrozar las paredes. Los mayores cogieron armas y empezaron a disparar pero no servía de mucho. La desesperación y el miedo podía con nosotros.

Descubrimos que la única forma de estar a salvo era volando a otro país pero en un mes, el planeta entero estaba infectado por ellos.

¿Ahora qué íbamos a hacer? ¡Estábamos en el espacio! No podíamos hacer nada; solo esperar a pudrirnos aquí dentro a falta de recursos. Esta era nuestra perdición.

-Vaya tontería.

Me puse de pie y empecé a andar por la nave mientras la gente me miraba.

-Que estupidez. ¡Mirad donde estamos! En el espacio. Todo por culpa de un maldito experimento que sabíamos que no iba a salir. ¡No vamos a sobrevivir! Moriremos. Si no es por la falta de combustible será por la falta de comida. Haced lo que querais: llorad, rezad o dormiros. Pero así no conseguireis nada. Un paso a la extinción.  Ahí es donde estamos.

Un Paso a la ExtinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora