Drei

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Una suave brisa inunda la habitación trayendo consigo el dulce repiqueteo de las campanas como una melodía nocturna arrullándome. La nieve que entra por la ventana abierta, me acaricia el rostro sin provocarme frío; está helando afuera, pero yo ya no puedo sentir nada.

Lentamente abro los ojos, el cielo una vez más esta empapado por la constelación entera que destella entre las nubes rosadas, esas que parecen de caramelo. Con una sonrisa en los labios, veo un puñado de plumas negras danzar sobre mí en el aire, desasiéndose al contacto con la almohada, como burbujas de jabón desapareciendo en medio de la nada anunciando que el momento por fin ha llegado.

No tengo miedo, han pasado tantos años desde la última vez que nos encontramos, que mi corazón late emocionado al verlo una vez más sentado a la orilla de la ventana, con sus hermosos 21 años en el rostro, sin que un solo día haya pasado, regalándome esa dulce sonrisa con que nos despedimos la última vez y que se ha repetido en mis sueños cada una de las noches en que hemos estado lejos.

Con suavidad, extiende su mano hacia mí, invitándome a ir a su lado. La fotografía que descansaba junto a mi cama, se ha caído con la brisa de su llegada, pero ya no me interesa, tan sólo sonrió al verla y doy la vuelta; sé que a donde iremos no necesitaré llevarla conmigo, ahora puedo ver su dulce rostro una y otra vez sin tiempo ni espacio que nos impida estar juntos y ahí se quedará ella, como única huella de nuestro paso por la tierra.

-Te he extrañado tanto -Tomo su mano, notando por fin lo cálido de su piel entre la mía, emocionado al sentirlo de nuevo, justo como la mañana en que nos despedimos al pie de la escalera, momentos antes de su partida.

Puedo percibir su respiración suave y su piel tibia, como si el tiempo no hubiera pasado, haciéndome sentir el hombre más afortunado del mundo por volver a tenerlo.

-Ya no volverás a extrañarme de nuevo.

Asiento emocionado, echándome a sus brazos para aferrarme a su cuerpo delicado y frágil que me recibe envolviéndome con el amor más puro de todos, como tanto había esperado sin intenciones de alejarme de su lado, tal cual prometimos que sucedería cuando volviéramos a encontrarnos.

Sin dejar de mirar su rostro, veo la sonrisa que lo invade cuando por fin noto que hay un par de alas enormes en mi espalda, iguales a las suyas, ligeras y hermosas, listas para emprender el vuelo a cualquiera que sea nuestro destino, siempre que esté a su lado.

-Ahora podemos volar juntos por siempre -besa mis labios rápidamente y extiende sus alas. -¿Estás listo para hacerlo?

-Como nunca lo he estado -respondo seguro, echando una mirada al cielo acaramelado frente a nosotros, impaciente por comenzar con la hermosa eternidad que me espera a su lado.

El suave repiqueteo de nuestras alas agitándoseen el aire acompaña nuestro camino, mientras que su sonrisa dulce y su miradainocente, quedan grabadas en mi memoria por siempre.



Entonces abrí los ojos y a mi lado estabas tú....

EngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora