-Ya no salgo de mi cama, me quedo todo el día acostado, porque no puedo afrontar la realidad, no puede estar sucediendo todo esto... Sin tí, no vale la pena vivir... Entran por mi ventana los rayos del sol del atardecer, pero no calientan, mi cuerpo está frío y no he dormido nada, lloro todo el tiempo, he caído en un oscuro y horrible pozo del que nunca saldré... Por más que intento salir, las paredes están mojadas, por lo que caigo una y otra vez al fondo otra vez, otra vez al sucio barro. Allá arriba donde el sol brilla, estas tú, asomando tu rostro, observando hacia abajo, abres tu delicado brazo para ayudarme, pero toda acción es en vano, estoy condenado a quedarme aquí abajo, dije hace tiempo, que la vida sin tí, no es vida, y mantengo mi posición... Hace unos días te dejé sentada en el comedor, no te he sacado de allí aún, no me he acercado a tí, porque si veo tu agotado, hinchado y enfermo rostro, sólo lograré hacerme más daño del que ya me he hecho, desde aquí oigo el zumbido de las moscas volando por toda la casa, no podría haber cosa más molesta, no puedo aguantar sentir que te fallé horriblemente, cada vez que lo pienso lágrimas caen como agujas de los ojos hasta caer en mi almohada... Probablemente yo ya me habría levantado a ir en tu búsqueda hace días, pero lo cuerpo ni para eso da, así que simplemente me quedaré en el fondo del pozo, con barro y oscuridad abundante... Es algo a lo que estoy condenado a sufrir para siempre.