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Jimin acomodó su pequeña falda, estaba esperando que Taehyung llegara a casa para darle una pequeña sorpresa. Había peinado su colita tantas veces que perdió la cuenta en el número treinta... aunque igual sabía solo contar hasta ese número, la maestra que le enseñaba matemáticas estaba malita, según su dueño. Le preocupaba, igual no era tan malo tener unas minis vacaciones ya que era complicado aprender sin aburrirse y su instinto animal lo obligaba a jugar siempre.

Cualquier objeto que se encontrara cerca le parecía interesante y un buen instrumento de travesuras puramente inocentes. Si quería recibir más amor que regaños, debía no romper nada, ya aprendió la lección de la primera vez que utilizó la cocina para jugar y no acabó bien por ningún sentido de donde lo mirarás, literalmente la cocina quedó patas arriba.

Se vistió con su mejor ropa para que por fin dejara esas caras largas que tenía; el pequeño era muy inocente y lo que principalmente le hería era que su TaeTae lo ignorara y que tuviera que irse a dormir con sus orejitas despeinadas y con un gran puchero en su rostro, Taehyung y sus dulces cuidados eran indispensables para él. Para evitar que su amo no le diera amor por tercera noche consecutiva, se vistió con su dulce falda rosa y una camisa blanca que no le pertenecía a él sino a Tae. Le quedaba demasiado grande para su gusto, aún así, se consideraba a sí mismo adorable y totalmente dispuesto a cumplir su cometido.

Cuando escuchó la puerta abrirse casi gritó de emoción, se acomodó su cabello naranja con cuidado y constató que su colita siguiera esponjosa, así llamaba la atención de su amo. En definitiva, estaba usando todo lo que al mayor le gustaba, ya no quería que sufriera así que debía esforzarse al máximo.

Corrió escaleras abajo rápidamente una vez que terminó su rutina de adorabilidad y lo vio, de nuevo algo triste y perdido. Pero ese ensamble se destruyó cuando lo notó, Jimin podría jurar que sus ojos tomaban un brillo especial y una sonrisa tímida aparecía en su rostro. El conejito corrió a sus brazos y saltó, enrollando sus piernas en la cintura ajena, siendo recibido con un fuerte abrazo de parte del mayor.

—Jiminie, ¿qué haces vestido así? —Tae lo observaba divertido y hasta algo confundido por el repentino cambio de su lindo conejito, digamos que pasar de grandes sudaderas anchas a una falda con una de sus camisas era algo exorbitante, pero no tenía de que quejarse, Jimin se veía demasiado lindo de esa forma.

—Uhm, creí que te gustaría... daddy —el castaño alejó a Jimin un poco al escuchar eso. ¿Daddy? Eso nunca había sido normal en ellos, a pesar de que en sus más profundas fantasías había querido tenerlo así, estuvo a punto de creer que todo era otro sueño—. D-dijiste que querías esto, l-lo dijiste mientras dormías...

Taehyung pudo notar como en los ojos de su pequeño aparecían cristalinas lágrimas y el pecho se le comprimió. Inmediatamente dejó besos en su rostro, principalmente en sus tiernas mejillas de caramelo. Para él, todo en el pelirrojo era dulce y no podía privarse de tacharlo de maneras adorables, ni aunque le costase aún acostumbrarse a la compañía del híbrido de conejo. Se acopló a una rutina de la que nunca se cansaría ni aunque su mismo nombre lo dijera; hallaba como llenar sus días de amor y tranquilidad inconscientemente.

—Bebé, no debes vestirte así para gustarme, sabes que yo te amo —acarició sus orejitas para calmar al menor, no quería verlo llorar, nunca—. Estos días no pude estar contigo y no sabes cuánto lo siento, el trabajo me trae muy mal y lo último que quiero es que tú te sientas culpable de algo.

Jimin asintió y rodeó su cuello con sus pequeños brazos. Sus manitas se dirigieron al cabello del mayor, también dejando pequeñas caricias en esa zona.

—Jiminie estará feliz si recibe un besito de oppa —susurró el pequeño, mientras un puchero aparecía en su rostro, necesitaba ser recompensado por el mal rato que pasó.

Taehyung asintió y no tardó en juntar sus rostros, con ello sus labios, haciendo movimientos lentos sobre los del menor. Nunca había querido apurarlo a hacer cosas con él, porque su pequeño debía decidir cuándo sucedería todo. Su relación se basaba en la confianza, el amor y algunos besos cuando el menor lo solicitaba... pero aún así, cuando el beso fue correspondido, llevó una de sus manos a esa esponjosa colita que se escondía en la falda y la acarició, produciendo que Jimin suspirara entre el beso y lo mirara con el ceño fruncido, Tae sabía que era su punto débil y se aprovechaba sin detenerse a pensar en lo desesperado que se veía.

—Te amo Jiminnie~ —canturreó cuando notó la expresión del pequeño, con una sonrisa aún más ancha en su rostro se acercó a depositar un beso en su naricita, haciendo que se relajara y que sus mejillas tomaran color.

—Yo también te amo, Taehyung.




Conejito de conejitos [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora