♠♥Ser♦♣

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En tu camino al interior de las Ruinas, habías conseguido realizar un puzzle bastante fácil, pues Toriel te había marcado los interruptores que debías activar. Muy contenta te felicitó y se sintió orgullosa de ti. Cada vez caminabas más cerca de Toriel, pues te sentías en completa seguridad, como si fuera tu madre biológica, pero no recordabas nada sobre tu familia, si es que la tuviste.

Pasaron a la siguiente sala, Toriel se preguntaba si serías capaz de resolver el puzzle sin ayuda. Caminan por un pasillo bastante extraño, pero sientes como tu alma comienza a brillar. Todo se volvió oscuro, solo se veía tu alma roja brillar, delante tuyo, aparece un extraño monstruo con tres signos en su pecho; ♦ , ♣ y ♠.

Recuerdas las opciones que Flowey te había explicado, allí estaban. Ves la primera opción, "Luchar". Pero de inmediato volteas a ver la siguiente, "Actuar", sonríes levemente y alagas con tu sonrisa y gestos amables al monstruo. Ves su expresión, estaba feliz, pero no parecía entenderte, aún así se sentía halagado.

Ves como Toriel ahuyenta al monstruo, pero esta vez con una mirada bastante tenebrosa. Todo vuelve a la normalidad y continúan.

Llegan al que parecía ser el puzzle, un largo pasillo lleno de pinchos. Te asustas al pensar en las consecuencias que podías tener si no lograbas completarlo de manera correcta. Miras a Toriel, con nerviosismo, ésta no para de mirar el puzzle.

—Bueno, éste es el puzzle—comenta por fin—. Pero... Ven, dame la mano por un momento.

Obedeces feliz y sigues sus pasos, ella sabía como completar el puzzle, por lo que un alivio invadió tu alma al saber que Toriel podría ayudarte si llegabas a tener problemas con algún monstruo. Cuando llegan al final, Toriel suelta tu mano, sientes cierta tristeza, pero, aún así, sonríes agradeciéndole.

—Los puzzles parecen peligrosos por ahora...—dijo preocupada y luego te sonrió.—Continuemos.

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Aquel lugar te gustaba, era bastante bonito y acogedor estar allí, pero te sorprendía que no hubiera nadie más que Toriel en ese lugar. Sin mencionar a los pequeños monstruos que viven por ahí.

Luego de unos minutos, llegas a una sala bastante larga, apenas logras distinguir el final. Te preocupas, realmente te parece extraño ver ese sitio tan vacío. Miras a Toriel con preocupación, ella te sonríe indicando que todo estará bien.

—Lo has hecho todo bien hasta ahora—te habló felicitándote—.Pero ahora debo dejarte un momento. Perdóname por esto...

Ella se alejó con rapidez, tu solo mirabas como se alejaba. La habías perdido de vista, avanzaste esperando encontrártela al final de la sala. Tus pasos eran inseguros, ¿Y si te atacaba un monstruo? Toriel no estaría allí para defenderte o, al menos, para indicarte que hacer. Comienzas a avanzar más rápido, juntando toda la Determinación que tenías, pero el temor no parecía ceder. Hasta, que por fin, logras distinguir el final de la sala.

Toriel no estaba en ningún lado.

Te detienes al final de la sala, y miras a tu alrededor, te asustas al pensar que Toriel te había abandonado. Y apareció detrás de un pilar que no habías distinguido por tu temor.

—Buenas, mi niño—dijo con aquella sonrisa cariñosa en su rostro—. No te preocupes, en ningún momento estuviste solo, he estado detrás de ese pilar todo el tiempo.

Quisiste abrazarla, pero te contuviste y soltaste un suspiro lleno de alivio.

—Aunque la razón de este ejercicio no fue menor—comenzó a explicarte—. Era para probar tu independencia... Yo debo atender unos asuntos pendientes, y necesito que me esperes en ésta sala, ¿Entiendes?—asientes con tristeza—¡Tengo una idea! ¡Te daré un teléfono!—extendió su mano y en ésta se fue formando un teléfono pequeño y de color negro—Así podrás llamarme si necesitas algo. Y, por favor, no salgas de aquí—te rogó—, más adelante hay unos puzzles que quiero enseñarte y puede ser peligroso que los resuelvas sin ayuda.

Se despidió y luego salió de la sala. Miras aquel teléfono con curiosidad, no recuerdas haber tenido uno, apenas sabes tu nombre, y Flowey ya no era ese monstruo amable que te ayudará a entender ese aparato como lo había hecho cuando llegaste.

Decides sentarte en el suelo, mirando a la nada, te preguntas que tan peligrosos podían ser aquellos puzzles como para que necesitaras la ayuda de Toriel de manera obligatoria.

Ring, Ring...

Tu teléfono vibró con un sonido en tus manos, te asustas y presionas una opción de contestar. Del otro lado se escucha la voz de Toriel preocupada, te explica que ha tenido un inconveniente y que tardará más de lo esperado.

—¿Quién diría que a los perros les gusta la harina?—dijo murmurando, pero alcanzas a oír—Err... digo... ¡N-nos vemos luego!

Y cortó.

Vuelves a mirar hacia la sala continua.

¿Qué tan difícil podría ser?

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Respiras de manera agitada, tenías varias heridas superficiales. Algunos monstruos habían sido difíciles de convencer en que no los querías lastimar, y sus ataques eran bastante potentes y tenían cierta complejidad para esquivarlos. Caminas con más tranquilidad, en tus manos tienes un lazo descolorido, de color rojo. Lo habías encontrado mientras intentabas resolver un puzzle, tal vez era de algún monstruos, o incluso de Toriel, aunque era poco probable.

Decides colocarte el lazo, pero colgado al cuello, tal vez, alguien podría reconocerlo.

La siguiente sala tenía un gran árbol viajo de madera oscura con hojas rojas a su alrededor, todas caídas. Parecía ser tan viejo, que cada vez que le crecían las hojas, se le caían en cuestión de horas. Del otro lado, escuchas la voz de Toriel, pero no alcanzas a verla. Hablaba para si misma, y relataba su preocupación por ti, y se frustró por todo el tiempo que le tomó terminar. Luego, tu teléfono suena en uno de tus bolsillos, y ves como Toriel se acerca.

—¿Cómo has llegado hasta acá?—pregunta preocupada, y vio tus heridas—¡Por todos los cielos! Estás herido.

Comenzó a revisarte cada herida, maldiciéndose y, solo una vez, susurró un palabrota dirigida a ella misma.

—Ven, déjame curar tus heridas—te habló, sientes una calidez recorrer todo tu cuerpo y ves como tus heridas desaparecen poco a poco. 

Luego de escuchar un sermón, bastante cariñoso, preocupado y, mas bien, parecía una suplica para que no volvieras a hacer algo así.

Te tomó de la mano y te guió con una sonrisa a la que sería una "sorpresa". Te detienes en frente de una casa, las paredes exteriores eran del mismo color que todo el lugar, morado. Te sientes a gusto, como si entraras a un lugar conocido, un hogar.

—¡Sorpresa!—exclamó cuando estuviste en la entrada, las paredes eran de madera, habían varios muebles con libros y macetas que tenían flores celestes. Luego detectas un exquisito aroma, pero no logras recordar a que pertenece —¿Hueles eso? Estoy preparando una tarta de caramelo para celebrar tu llegada.

Sonríes ante aquel gesto, desearías decirle, pero eres incapaz de hablar. Te sientes triste por un momento, pero luego Toriel te guía por un largo pasillo, logras distinguir tres puertas en la pared izquierda, y Toriel se detuvo en la primera sin soltarte la mano.

—Esta es una habitación para ti, espero te guste—dice mientras te acaricia el cabello con un aire maternal—. Err... ¿Algo se quema?—preguntó preocupada, luego se disculpó por ello y te dejó allí.

Miras la puerta con cierta desconfianza, sigues estando en un lugar que no conoces, y no recuerdas de donde vienes. Entras con determinación en tu alma, y ves una hermosa habitación, sus decoraciones las habías visto antes, los cuatro signos que se repetían en todo el subsuelo; ♥ , ♦ , ♣ y ♠. Miras hacia una pared, esta tiene un espejo de cuerpo entero. Te miras detenidamente y entiendes que así eres, con aquel cabello castaño y corto, tez morena, vistes un hermoso traje de color verde agua/turquesa con unas calcetas blancas largas y unos zapatos café oscuros. Ese reflejo eres tú, con tu carácter, defectos y virtudes. Y esperas seguir viendo el mismo reflejo al final de toda tu aventura.

Porque, si llegaras a cambiar tu forma de ser, debería ser para mejor, ¿No?

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2017 ⏰

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