El comienzo

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— Tengo miedo, nunca lo había hecho antes. — dije mientras me encontraba sentada sobre sus piernas, debo decir que estaba algo ebria.
— Tranquila, no te voy a presionar —  Respondió el mientras acariciaba mi cintura.
— Quiero hacerlo con alguien que lo valore, porque no tendría caso si mi primera vez es con alguien que al día siguiente no se acordará de mí nombre. —
— Yo no soy así, no soy tan maldito como parezco, puedes confiar en mi. —
Comenzé a besarlo mientras me movía sobre sus caderas. El tomo mi cintura me preciono sobre el, y su mano subía de mi cintura a mi pecho.
— No, tranquilo. — le dije entre besos y suspiros, me sentía incómoda.
Me cargó y me recostó sobre la cama y se puso con delicadeza encima de mi, mientras abría mis piernas una por una, para que sus caderas encajaran a la perfección en el espacio que había de una de mis piernas a la otra. La intensidad de los besos iba subiendo, desabroche su pantalon, entonces el supo que significaba, me besó, me besaba tanto que mi labio superior estaba un poco entumecido, entre besos y mordidas lentas bajo hasta mi cuello, y mi espalda formó un arco y el supo que ya estaba lo suficiente convencida de que quería hacerlo, acariciaba mis piernas mientras bajaba dejando un rastro de besos en mi abdomen, desabrocho mi pantalón y me lo quito con tal brusquedad que ahogue un gemido, estaba en frente de mi, estaba tan perfectamente, se quitó los pantalones seguidos de su ropa interior, y se postró nuevamente sobre mi, ahora los besos bajaron su intensidad, eran lentos, y el sólo lo metió, y estoy demasiado segura que me torne de un color rojo y comenzé a reírme de nervios mientras el intentaba no reír y concentrarse, Dios, fui un desastre.

Terminó todo, cada quien se vistió y salimos de la habitación como si hubiéramos visto a un fantasma y nuestros ojos ocultaran el secreto para encontrar la cura de sida o del cáncer. Me besó antes de bajar el primer escalón que nos llevaría a donde todos estarían esperando.
— Que hiciste estúpida — me dijo Sofía mientras reia. Sofía es una persona de las cuales no les puedes decir que lo que hace está mal porque realmente a ella no le importa, comenzó a tomar a los 13 años y probó cocaína a sus 15 años, pero desde entonces sólo fuma marihuana, es una de mis amigas, no la considero mi mejor amiga pero para ella si soy su mejor amiga, yo no confío en ella.
–Nada, sólo...fajamos— conteste con miedo e inseguridad.
— Mmm, de acuerdo, ya vámonos. — me miró sospechosa mientras buscaba con la mirada a alguien — ¡Jose! ¿nos puedes llevar ya? — grito de un extremo de la sala al otro
— Si, vamos. — dijo José mientras buscaba entre su pantalon las llaves.
— Jesus, acompáñame a dejar a Sofía e Ivette — le pidió a uno de sus amigos.
—Vamos pero me invitas unos cigarros — le dijo Jesús a José.
— Si mi amor ¿algo más? — dijo José con voz sarcástica
— ¡RAPIDO, YA TENGO SUEÑO! — Les grito Sofía mientras caminaba hacia el carro. — Sube primero Ivette — Me dijo, y obedecí por dos razones.
1. Podría observar al pilotó en todo el camino.
2. Podría ver su mirada profunda en el espejo retrovisor.

Pasaron 20 min y ya habíamos llegado a casa de Sofía, bajamos del auto y nos despedimos... Entonces yo no lo mire ni le hablé ni le dedique un "adiós" simplemente me fui y subí al departamento de Sofía.

Un abrigo para el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora