ASOPOTAMADRE

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Pricila tenía las piernas cruzadas esperando a Brandon; estaba muy aburrida y con la cabeza agachada.

Pronto, una corriente ligera de aire le llegó a sus rizos, haciéndola levantar un poco la cabeza para observar al principezco chico de gafas azules, quién se encontraba serio abrazado por un par de chicas riendo agudamente.

—Denme permiso—El chico sonrió ampliamente, dejando en claro que no quería estar más allí.
Cuando lo soltaron (no sin antes mirarle molestas) él se dirigió con pasos largos hacia Pricila quién en todo este tiempo no había dejado de mirarle.

—Zenzual power—Soltó, para sentarse a un lado de ella, separados por el metal de las butacas, recargando su barbilla en la butaca de la jóven, a una distancia peligrosamente bella.

Se sonrieron mutuamente, tal como lo harían dos enamorados, mirándose a los ojos.

Vieron su momento meloso arruinado cuando otra de las chicas que gustaban tan locamente de Brandon tosió en frente de ellos, posicionando una mando en sus caderas casi inexistentes y desviando la mirada, para luego comenzar a hablar:

—Brandon, tenemos que hacer el trabajo de inglés, es para mañana y no hemos hecho una mierda—Gritó tan agudamente que los chicos del otro lado del salón, que casi se estaban besando entre tres, voltearon.

—Lo hacemos en un rato, don't worry—le dijo, riéndose un poco y volviendo a mirar a Pricila, quién extrañamente ya no estaba, puesto que se había ido con su equipo—Volvió a mirar a la persona delante de él, levantándose y yendo a hacer el trabajo.

Durante el proceso del trabajo ni Brandon ni Pricila dudaron en dirigirse miradas tiernas, provocativas, graciosas y hasta de disgusto. Estás últimas en modo de broma.

Una vez terminado el trabajo, todos estaban mucho más preocupados por la pronunciación deficiente que tenían que por los sonidos extraños que producían individuos peculiares en la esquina del salón causados por besos apasionados muy levemente acompañados de caricias en el pelo.

En definitiva no se preocupaban mucho. En especial Brandon, quién decía que "no me importa lo que los demás digan, que se mueran" a veces solía ser un tonto, y eso a Pricila la tenía fascinada.

Una chica llamada quién sabe como se les acercó en medio del beso, justo cuando no tardarían en empezar a babear y les dijo que si bien nadie los estaba viendo ¡Vayanse al baño! Ésta compañera de clase era buena onda. Le gustaban las mujeres más que los hombres y conocía de su relación en proceso de ambos, apoyandola a más no poder, llenando de consejos a la humanidad.

Así que lógico, le hicieron caso. Y que como ya fue mencionado, nadie les miraba. Ni siquiera las fanáticas de Brandon o la mejor amiga de Pricila.

A mitad de camino (que no era mucho) Pricila de detuvo, y corrió regresando al salón dejándolo sólo a su príncipe.

—“mierda”—Pensó Brandon tiernamente :)
Él si siguió al baño a enjuagarse la cara y con ello, los labios. Porque si, se había enojado ¿O se sentía mal? ¿O estaba devastado? Nadie lo sabe.

Mientras tanto con Pricila, las amigas-ligues de Brandon reían aguda y ruidosamente enteradas de lo que había pasado aunque no tuviesen una idea ellas creían tenerla.

Y Melania, una de sus amigas más cercanas de pelo ondulado y bajita, la consolaba. Si bien ella era una de las que estaban enteradas de qué pasaba con Brandon y Pricila ésta última aún no le había contado que había sucedido, por más simple y sin algo malo que haya sido. Porqué si, para Pricila no era malo haber huido de un beso que, con suerte, hubiese durado más que una barra de chocolate en la alacena de una familia de diez. Es decir, nada. Nada de nada.

Tampoco es como si estuviese llorando, sino que más bien estaba impactada de lo que había pasado. Aunque ella bien sabía que quería el beso, ni ella estaba enterada de porqué lo había rechazado.

Brandon en cambio si que lloraba. Internamente porque "era muy macho como para dejar salir agua salada por sus ojos cafés".

Decidió rápidamente que simplemente entraría al aula, sacaría del brazo a Pricila, la llevaría a algún sitio de la escuela y le pediría perdón.
Ya si ella no aceptaba sus disculpas era problema de ella, y si lo hacía entonces intentaría besarla una vez más.

Allí, en medio del patio, con todos los alumnos, directivos y orientadores mirando. Ah, además de las cámaras. Pensaba que sería el evento del año, porque no era como si el Super Bowl o Los Grammys lo hayan sido.

Así que lo hizo. Se limpió el agua de la cara y salió con pasos largos y sonoros. La expresión de su rostro era más inexpresiva que la de Otabek Altin, pero su corazón estaba deseando salirse y pegar de bricos sobre el muerto cuerpo de Brandon.

Llegó al aula, entró y ni la misma profesora fue capaz de decirle algo. Tomó a Pricila por el brazo fuertemente y salió del salón con ella.

—¡Me lastimas!—Tampoco es que fuese tan princesa, pero lo dijo sólo para que la soltara. Claramente nuestro secuestrador por amor no lo hizo.

Caminaron hasta llegar a la sala donde los profesores hablaban sobre lo mal que se portaban los alumnos y de que no tenían capacidad alguna para acatar indicaciones, hacer trabajos o simplemente pensar por su cuenta.

Así que entraron y gracias a quién sabe qué no habia nadie, y extrañamente habían puesto cortinas en negro sobre los grandes ventanales del lugar, cubriendo la luz natural. Porqué si, la luz artificial es mucho mejor.
Cerró la puerta con el pequeño cerrojo que había allí y la miró a los ojos.

—Pricila, lo siento tanto—Le soltó la mano y puso una de sus manos sobre la mejilla de la chica, quién no la apartó.

En cambio sólo asintió y lo abrazó por el cuello y juntó sus cuerpos, y como respuesta fue abrazada por la cintura cariñosamente. Pasados tres segundos y medio ambos se miraron a los ojos.
Sonrientes y enamorados juntaron sus labios suavemente bajando los párpados al mismo tiempo.

Las respiraciones fueron calladas por sonidos secos que producían los besos aún tímidos e inocentes. Lo cuál significaba que apenas los labios se juntaban y separaban repetidas veces.

En ocasiones acariciandose el pelo de forma mutua, o el rostro también. A veces acercándose más o separándose un poco para tomar aire antes de que el otro lo volviese a acercar y así seguir con ese contacto que aunque no quisieran, se hacía más intenso a cada minuto que pasaba.

Pronto los secos besos fueron callados por toqueteos de nudillos sobre la puerta, avisando que venía alguien.

Pensaban que simplemente podrían decir que algún profesor los había enviado por papeles y pasar por inocentes.

Después de todo no estaban haciendo nada malo. Nada malo si no leían el reglamento, claro.

Así que se separaron sonrientes, buscando papeles y encontrando algunos sin importancia. Así que salieron y simplemente dieron los buenos días a la persona de fuera sin verla a la cara.

Entonces, así fue como estuvieron reconciliados, enamorados y esperanzados a poder besarse muchas veces más.

Claro que no todos sabían sobre ello, simplemente ellos y algunas personas cercanas a ellos.

Como Melania, la bisexual y los ligues de Brandon, quienes consiguieron cada una a un chico de tercero a quienes no les importaba ligarse a otras mientras mantenían una relación.

Como Melania, la bisexual y los ligues de Brandon, quienes consiguieron cada una a un chico de tercero a quienes no les importaba ligarse a otras mientras mantenían una relación

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2016 ⏰

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