Corrí lo más rápido que pude y para cuando me di cuenta ya había pasado mi casa, no estaba pensando en otra cosa más que en correr, mis piernas comenzaban a pedirme a gritos que parara un poco para descansar pero no podía, di vuelta en una esquina, voltee para ver si aún me seguía y me estrellé contra alguien haciéndome caer al suelo de sentón.
Voltee para ver contra quien había chocado pero la luz no me dejaba ver su rostro, era alto y parecía ser de mi edad. Me levanté de inmediato y sentí un calambre en la pierna muy fuerte, luego sentí el agarré del chico alto en mi cintura para impedir que cayera al suelo otra vez.
—Hey, ¿¡estás bien!?
—¡N-no, ayúdame, me está siguiendo! No sé quién es, por favor ayúdame.
—¡Está bien, está bien, no te pasará nada, lo prometo! Quédate atrás de mi.
Me asomé y noté que el hombre se detuvo al ver al chico alto.
—¿Se te perdió algo?— dijo el chico alto mientras se subía las mangas de la sudadera.
—Si, esa chica— dijo señalándome.
—¿Oh, en serio? Pues esta chica viene conmigo, así que será mejor que te largues si no quieres que esto se ponga feo.
El hombre me miró fijamente y luego soltó un gruñido antes de irse.
Mi corazón palpitaba más fuerte de lo normal, me costaba respirar y el calambre apenas comenzaba a irse.
—Gracias— dije entrecortadamente.
—No me agradezcas, ¿vives cerca de aquí?
—Mi casa queda bajando la calle pero...
—Te llevo, sube.
De camino a mi casa noté cosas que no había visto de él, como que su piel era muy blanca, su cabello era negro y sus ojos no sabía bien si eran verdes o azules.—Es aquí... Gracias por traerme y por defenderme.
—No hay de qué— dijo con una sonrisa.
Esa sonrisa provocó una corriente de electricidad que recorrió todo mi cuerpo.
Extraño, muy extraño.Bajé del auto y abrí la puerta con mis llaves.
—¿Cómo te fue?
—¡DIOS me asustaste Jackson!
—Uy, discúlpame ¿tan feo estoy?
Rodee los ojos.
—Tú solo, yo no dije nada— reí— y... estuvo bien, supongo.
—¿Te trajo Amy, no?
—No, me trajo un hombre que me venía siguiendo porque quería violarme.
Jackson me miró de inmediato con una expresión de preocupación.
—Estoy bromeando, hermanito— reí.
—¡Ay, pero que graciosa Elena! JA JA JA.
—Lo sé, doy clases los jueves... no cobro mucho— solté una carcajada y me dirigí a la cocina por un vaso de agua.
—Elena.
—¿Uhm?— voltee y al instante sentí un cojín golpeando mi cara con fuerza. Luego escuché las carcajadas de mi hermano.