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Estela- se oye el grito de mi madre con la intención de levantarme.
Yo ya estoy despierta pero la comodidad de mi cama es más poderosa que sus gritos. Mi madre está toda alterada, caminando de un lado al otro, porque esta noche se celebra un evento importante del cual ella está encargada.
Es el aniversario del club de fútbol del pueblo y se va a celebrar entre los beneficiarios y más tarde abierto a todos. Ella es la progenitora de la idea de celebrarlo a lo grande. Tenía que ser mi madre.
" ¿Por qué le prometí ayudarla?" Me lamento.
Haciendo un esfuerzo, me incorporo sentada al borde la cama. Cuando me propongo buscar mis pantuflas de cabeza de panda, se oye un ruido de vidrios rotos. Me apresuro sin detenerme a pensar que no llevo calzado.
"Que no se haya lastimado, que no se haya lastimado" me repito mentalmente. Realmente no es un buen día para tener accidentes. Mi cuarto no está muy lejos de la cocina por lo que llego en segundos. ¿O tal vez sea el miedo?
Cuando entro veo a los pies de mi madre la bandeja de porcelana, ahora hecha añicos.
-¿Qué pasó?- pregunto. Levanta la mirada y noto que tiene los ojos cansados con bolsas debajo de ellos. Anoche se quedó hasta tarde ultimando detalles. Quiere que todo sea perfecto.
Me aventuro a ayudarla cuando veo que vuelve rápidamente la mirada hacia la bandeja.
-No, estás descalza. Ya lo recojo yo.- me dice y junta los trozos más grande.
Me quedo ensimismada viendo cómo recoge lo que queda de la bandeja. Observo que tiene las manos mojadas. ¿Será por eso que se le cayó?.
-¿Cómo se te cayó?- pregunto. Mi madre no siempre es torpe.
-Sólo resbaló- contesta. Sigo viendo sus manos y advierto que éstas tiemblan.
-Pero mamá, estás temblando.- le señalo. Queriendo sujetarla. Me abstengo. Consciente todavía de que quedan partes de bandeja y yo sigo descalza.
-La chica de los souvenirs llamó y dice que nos los termino y todavía no fui a buscar los manteles de la lavandería.- me suelta. Sin mirarme. - son solo los nervios de que todo termine mal. ¿Podrías irte a preparar así me ayudas?-Me suplica.

-Si, ya vuelvo- susurro y me encamino a mi cuarto.
Cuando entro me dirijo a la ventana, la abro, para ver cómo está el día y para que entre claridad.
Mi ventana da al patio. Se oye el canto de los pájaros y se puede apreciar los distintos árboles de frutas que tenemos.

Es un hermoso sábado soleado. Sin nubes.

Me doy vuelta y empiezo a buscar algo que ponerme en los cajones de mi cómoda. Encuentro un enterizo floreado corto. Decido ponérmelo por la comodidad que brinda ya que la necesito debido a que me espera un largo día. Elijo unas sandalias bajas de goma y dejo mi pelo suelto. No tengo tiempo de lidiar con él. Sin mirarme al espejo me dirijo a la cocina. 

Mi madre ya limpió la ya inexistente bandeja y preparó la mesa para desayunar. Tomo la  taza vacía que dejó para mi y me sirvo un poco de té de la tetera que está sobre la hornalla. Me vuelvo y me siento pesadamente para enfatizar el dramatismo de que me haya levantado temprano. Porque, ¿Quién se levanta a las 9 de la mañana un sábado?
-Bien. ¿En qué te ayudo?- digo mientras agrego azúcar a mi té.
-Primero, cortando con el dramatismo muchachita.- Me dice sonriendo. 
Dejo salir una carcajada por lo poco que le afectó.
-segundo- continúa- necesito que retires los manteles de la lavandería nueva del centro. Son 20 manteles blancos y 20 dorados.- La quedo mirando con la boca abierta y una tostada a medio camino hacia mi boca.- Te das cuenta que no podré sola. ¿Verdad?- le digo bajando lentamente mi tostada. - por lo menos déjame llevar la moto para que se me haga menos difícil.-

Se lo piensa. Noto sus dudas pasando por su rostro.
-No, no, y si te haces daño? No me lo perdonaría. Aparte sos menor.-
Por un segundo creí que ésta vez lo lograría.
-Pero mamá si tengo 17 ya.- suelto y me ignora. Signo de que el tema de discusión  ya terminó. Largo un suspiro de frustración.
Resignada ya, termino mi té en silencio. Hecho un par de miradas rápidas a mi madre pero ella está viendo la lista de invitados.
Cuando termino me levanto, busco mi celular y le grito a mi madre que ya vuelvo cerrando la puerta tras de mi.
Camino todo el trayecto hasta la lavandería pensando como carajos me las iba a ingeniar  para traer tantos manteles.
"Tendré que pedir ayuda, para no hacer dos viajes." Pienso.
" y le daré propina, no me voy a aprovechar de la buena voluntad de nadie".

Evento detonadorWhere stories live. Discover now