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¡He aquí el primer capítulo!

Gracias por darle una oportunidad a la historia.

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¡Que disfrutéis de la lectura!

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CAPÍTULO 1


Los celos no nacen del amor, nacen del temor.


Probablemente la mayoría estaría de acuerdo con que los domingos se hicieron para dormir todo el día, comer tarde y quejarse porque al día siguiente es lunes. En mi caso siempre he pensado que los domingos se hicieron para andar en pijama o ropa interior por casa. Desperezarse. Pasar el día con tu pareja compartiendo el desayuno en cama sin importar el desastre que vayan a montar o simplemente disfrutando el uno del otro hasta que nuestros cuerpos no den para más. Pero la realidad es otra, porque es el día que tengo asignado para grabar y editar mis vídeos y pasar los desastrosos apuntes de la Universidad a limpio.

Por la luz que ilumina el cuarto intuyo que ya son pasadas las diez. Víctor duerme con su cabeza enterrada en mi cuello haciéndome cosquillas con su flequillo. Lo acaricio echándolo para atrás como habitualmente lo lleva y mantengo por un rato mis dedos masajeando su cabeza. Por su ronroneo intuyo que le gusta. Se me escapa un bostezo que me empaña los ojos, los froto con el dorso de mi mano desperezándome. Dejo de acariciar el flequillo de Víctor y me estiro para poder coger mi móvil y ver la hora. La diez y media como sospechaba. Pasa su mano de manera posesiva por mi cintura acercándome a él y aún adormilado palpa el edredón buscando mi mano que vuelve a colocar en su cabeza. Suelto una risilla negando con la cabeza para volver a acariciarlo por un buen rato más. Las ganas de realizar mis necesidades matutinas son mayores por lo que a pesar de sus quejidos me levanto para poder ir al baño no sin antes besar su cara apretando sus mejillas ignorando su ceño fruncido.

Realizadas mis necesidades aprovecho para darme una ducha y lavarme los dientes, pues no hay aliento agradable a primera hora de la mañana. Cuando me estoy enjuagando la boca llaman a la puerta.

- Lía ¿por qué narices cierras la puerta? -se queja con voz ronca. Me dirijo a abrir esta con una sonrisa burlona teniendo cuidado con resbalar. Un Víctor ceñudo rascándose la nuca se encuentra al otro lado con su torso al descubierto dejando ver su brazo tatuado y su pantalón pijama de cuadros azul marino caídos dejando al descubierto parte de su bóxer negro y sus marcados oblicuos con ese peinado de recién salido de la cama.

- Me estaba duchando. -contesto volviendo junto al lavabo. Enjuago mi boca una vez más y examino mi piel libre de granos. La receta de Inés está dando buenos resultados.

- ¿Y qué problema hay con eso? Podríamos habernos duchado juntos de no haber cerrado la puerta. -contesta apoyado en el umbral de la puerta.

- Antes de eso necesitaba realizar mis necesidades matutinas y como entenderás para ello se requiere de un poco de privacidad. -digo girando la cabeza en su dirección. ¡Las mujeres al igual que los hombres no cagamos flores silvestres! ¡Y también nos tiramos pedos!

- Sabes que me da igual. -pongo una mueca de asco arrugando la nariz.

- ¡Es desagradable! -Él se encoge de hombros restándole importancia.

- ¡Realmente la confianza da asco! -suelta una carcajada dejando ver su perfecta sonrisa. Niego con la cabeza fingiendo molestia-. A partir de ahora ve acostumbrándote porque cerraré siempre la puerta. ¡Odio que cuando me esté duchando tranquila disfrutando de uno de mis pocos momentos de privacidad... tú entres para mear e incluso defecar!

YA NO TE QUIERO ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora