Cogí mi mochila y volví a casa. Joe estaba un tanto distante y... distraído. Sí, estaba distraído mirando a otras chicas. Así que cuando se fue al baño cogí mis cosas y me largué.
No tenía tiempo para idiotas y Joe rompía mis esquemas: nunca había conocido a alguien tan descarado.
Así que introduje las llaves en la cerradura lista para lanzarme a la moqueta del pequeño piso en el que vivía con mi padre.
Pero algo me detubo: dos hombres trajeados sentados en nuestro sofá. Y al levantar la cabeza pude contar siete hombres más con uniformes del FBI y armados hasta los dientes.
Chillé como cualquier persona habría hecho.
-Cogédla.-murmuró uno de los hombres trajeados y yo saqué la pistola de mi bolso haciendo que todos se paralizaran.
-Skylar Ross.-se levantó el hombre que previamente había dado la orden y me enseñó una placa muy bien colocada en su estuche de cuero-No tenemos tiempo para niñatadas, dame la pistola.
-¿Quiénes sóis? ¿Cómo habéis entrado en mi casa sin forzar la puerta?-dije desviando el objetivo de mi arma hacia el suelo aunque sugétandola con fuerza.
-Eres observadora. Te lo contaremos por el camino.
Entonces se acercó a mí y me cogió por la muñeca y me la puso entre los homoplatos quitándome mi pistola.
En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en una camioneta blindada rodeada de mastodontes probablemente ex jugadores de fútbol americano con granadas a costado y costado de sus cinturas.
-¿Me váis a decir que coño pasa?-estaba teniendo un ataque de histéria importante.
El hombre que previamente casi me rompe un brazo se sentó a mi lado y me puso un portatil en las rodillas.
-Tu padre, George Ross, no es un mediócre informatico de barrio medio-bajo.-comenzó a explicar.-Es más, ha detenido más de cuarenta organizaciones de narcotráfico y tráfico infantil. Ha introducido virus en ordenadores con más contraseñas que cerraduras en tu puerta. Esa es la razón por la que llevas una pistola en el bolso. Y la razón por la que hemos venido. Tu padre ha desaparecido en una operación en Puerto Príncipe, Haití cuando transfería datos desde el portátil de un fuerte eslabón del narcotráfico mundial: Billy De La Rosa.
-¿Me estás diciendo que han secuestrado a mi padre?
No lloraba, por algun capricho de la genética suelo ser muy fría. Aunque por dentro quería morirme.
Seguía esperando que sonara el despertador, pero aparentemente estaba despierta.
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Lost In Heaven
Teen FictionHasta la persona más fuerte tiende a derrumbarse en ocasiones.