Desafío Elemental

Los Cazadores de Piratas.

- ¡Oye tú! ¡Nahara! ¡Quieta ahí! ¡Todo esto es tú culpa! Ojalá te mueras ya.

- Sandra,¿ te quieres callar ya? Me tienes harta con tus estupide...

No soy capaz de decir nada más porque un maloliento pirata me atrapa. Nos llevan a ambas al barco para aprovecharse de nosotras o vendernos como esclavas. Sandra intenta oponerse, pero eso sólo empeorará las cosas, y así es, el pirata que la secuestra le promete usarla como juguete.

Nos suben al barco y nos lanzan a la bodega. Caigo al lado de un chico que lleva una túnica y ropa oscura...no puedo ver casi nada de él... sólo sus ojos son visibles a los demás y ni me mira. Me siento mejor a su lado y echo la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

- ¡Esto es tu culpa! ¡Todo esto es culpa tuya! Dice mientras llora sin parar.

- Callate estúpida, o harás que esto se ponga peor, además....fue tu culpa que nos descubriesen...zopenca.

- Mi pueblo, mi querido pueblo fue saqueado por estos malditos piratas por tu culpa. Todos están muertos, ¡muertooos!

Me levanto, me acerco a ella y le doy una patada en la barriga haciendo que se calle de inmediato.

- No quiero escuchar a una engreída mugrienta como tú.

Vuelvo a mis sitio sonriendo. Ella va a pagar por eso, y ese pirata asqueroso se encargará de ello.

- ¿Por qué sonríes? Miro hacia la voz que me hablaba. Esta provenía del chico envuelto en sábanas. Sus ojos eran preciosos, de un azul eléctrico.

Analizo su mirada intentando averiguar que trama...pero no consigo descifrar nada y me siento a su lado sin dejar de mirarle.

- Simple... dentro de poco recibirá su merecido.

Al decir esto el chico arquea una ceja y Sandra se pone blanca al darse cuenta del significado de mis palabras. Me mira como si quisiera matarme con la mirada, pero no hará nada, no dirá nada. Su temor a mi supera cualquier otro. Doy un suspiro leve.

- Esto no es lo que planeaba, pero también me sirve. El se acerca demasiado a mi, aunque, por una extraña razón no me molesta, es más, me gusta su acercamiento.

- ¿Qué tienes en mente? Me susura al oído, cosa que me produce cosquillas y hace que me sonroja.

- Es... escapar de aquí...voy a...salir de aquí.

- Mmm....¿Y cómo piensas hacerlo?

- Ah...eso es fácil...cuando se es como yo, un monstruo. Sonrió algo irónico. ¿Quieres que te cuente una historia? De todas formas no haré nada por ahora, no hasta ver cómo ella se cobra lo que se merece.

- Me tienes intrigado, desembucha.

- Vale, no vayas a asustarte. Río un poco nerviosa. Verás... cuando tenía 5 años unas Quimeras atacaron mi pueblo. No se por qué lo hicieron, y la verdad tampoco me interesa, pero estoy muy agradecida por eso.

El pueblo en el que he vivido es muy cerrado, sólo se pegan el día rezando a un Dios que seguramente no exista y se aislan de todo lo demás. Por eso ni siquiera hay barcos, no hay salidas. A menos que alguien descubra el pueblo, nadie sale y nadie entra.