Blood

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La habitación se encontraba sumergida bajo los colores rojo que se filtraban por las desastrosas persianas e inundaban sin compasión el frío cuarto, iluminando los pocos inmuebles que reposaban viejos en esta.

La luz parpadeaba en el gran letrero de neón, iluminando para después servirse en un espectral oscuro.

Yoongi miraba embelesado ese cambio, contaba los segundos en la oscuridad y memorizaba los diferentes tonos rojizos.

Era un pequeño ejercicio que había estado practicando durante el ultimo año en su vida. Una forma peculiar para mantenerlo en la linea de la cordura.

Pero aun así, Yoongi no podia alejar las lagrimas; una tras otra caían, como una pequeña llovizna que no podía retener.

En momentos como ese, su mente le traicionaba, y dejaba paso a los pensamientos hirientes.

Yoongi no quería pensar, no.

No quería envolverse en los cálidos brazos del tiempo e inundarae en sus recuerdos.

No.

El no quería.

Pero a su mente le encantaba jugar con su lastimado corazón, y no pudo mas que quedarse tumbado, recordar y dejar a las lágrimas correr libres.

Yoongi aun recordaba como era su visa anterior.

Tenia buenos amigos, que siempre estaban allí para apoyarlo, tenia una buena casa, un buen trabajo, y le quedaba poco por terminar la carrera de letras que tanto amaba; el pensaba que llegaría lejos.

Pero le cortaron las alas.

Y las heridas jamas desaparecerían.

Yoongi aun recordaba el momento en el que varios hombres vestidos de un negro tan oscuro como el betún mezquino, entraron en su hogar.

Aun recuerda los gritos, los golpes y los insultos taladrandole la cabeza sin descanso.

Aun recuerda como lo arrastraron hacia la salida, aun recuerda las miradas tras los opacos cristales de las gafas negras, las sonrisas enfermizas.

Aun recordaba, la mirada de su padre.

Quieto e inmutable, sin atisbo de pena o compasión.

Aun recuerda su mirada cuando a el lo arrastraban al infierno.

Yoongi nunca sabrá que paso, porque el se encontraba allí, porque le hacían esto, porque ensuciaban su piel y mancillaban con crueldad su cuerpo.

Nunca sabrá porque su padre le verdio, porque le abandono en manos del diablo.

Nunca sabrá si sus heridas, llenas de sangre y angustia sanaran.

Nunca mas sabrá nada.

Porque esta encadenado a ese lugar.

Las lágrimas aun se deslizaban por sus maltratadas  mejillas. Yoongi sentía su cuerpo pesado, dañado. Aun le quemaban las heridas que le habían pintado los monstruos que le ensuciaron apenas unos días.

Y no le quedaba mucho tiempo.

Las agujas del reloj sonaban lentamente, marcando el tiempo de espera.

"Un segundo nace, una herida mas aparece"

Cada segundo era una herida mas pintada en el blanco lienzo.

Morada, negra y rojiza.

A juego conos colores de su prisión.

Yoongi siguió mirando el techo iluminado por el rojo parpadeante. El reloj marco la hora exacta, y como un ritual, la puerta se abrió.

-hora de jugar, muñeco.

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¿Que les pareció?

¿Merece la pena que siga?

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