Muertos de día

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Gabriel creció como un niño normal, en una familia normal, con costumbres normales, en una escuela normal, y todo en su familia era tan normal y cotidiano, dentro de los suburbios, hasta que un día sucedió algo que nadie se esperaba, ni siquiera el mismo. Tampoco creyó que él podría ser el causante de todo lo sucedido.

Nuestra historia empieza en un día del otoño, en el primer día del mes de noviembre. El estaba en la escuela, sin clases en ese momento, todos (incluido el) estaban viendo los altares que estaban por la cancha, mientras que los profesores estaban haciendo guardia y prohibiendo que los alumnos se pudieran a jugar futbol o algún otro deporte para evitar que los altares se maltrataran. Los altares grupales les parecieron muy bonitos, tal vez algunos muy sencillos o como dirían todos los demás “ese altar feo” sin siquiera fijarse en los sentimientos o el trabajo que se tuvo que hacer para lograrlo.

El de su grupo era el mejor altar de todos, y lo más seguro es que ganara el Concurso de Altares Escolares, dándoles como premio a todo el grupo un día entero sin clases, con pan de muertos, pizzas y pastel, mientras que a los profesores se les daría una cantidad de dinero en efectivo. Esperaba que su grupo ganara para no tener que trabajar en ese día. Era la segunda hora de clases, y los jueces (tres profesores junto con el director) pasaban por todos y cada uno de los altares, escribiendo notas y calificándolos para luego decir el ganador por el micrófono.

Ya había dado la vuelta completa a la cancha, viendo todos los altares, volvió a ver el de su grupo y se puso a pensar en que le gustaría haber participado en la elaboración del trabajo. No le habían dejado más que llevar unas velas pequeñas, y luego cuando empezaron a hacerlo, toda la clase estaba libre y se suponía que era un trabajo en el que todos debían de participar, pero sus compañeros no le dejaron hacer absolutamente nada y le dijeron que se fuera y no estorbara, eso lo había molestado mucho y puesto triste a la vez, y al acordarse, volvió esa mezcla de ira, molestia y tristeza, luego por la escuela empezó a soplar viento, haciendo que las llamas de las velas se movieran tanto hasta parecer que casi se apagaran, y los papeles chinos se movieran hasta que parecieran que se iban a romper.

Todos los que estaban junto a sus altares se empezaron a mover para cuidarlos, ya que aun faltaban pocos para calificar y la decisión se podía cambiar. Así pasaron minutos hasta que los jueces terminaron, se juntaron para decidir al ganador, después se separaron y el director fue al micrófono.

-Buenos días, jóvenes alumnos de la escuela secundaria. –saludó a toda la escuela por el micrófono, mientras todos los demás seguían haciendo ruido, prestando más atención a sus platicas individuales que al mismo director- Bienvenidos a este Concurso de Altares Escolares, en el que la meta principal es aprender un poco más de la cultura mexicana sobre el día de muertos, todos saben lo que un altar debe llevar, materiales, ofrendas al difunto que se quiere alabar, pero lo principal es saber cómo hacer un altar.

“Si tan solo dejaran participar” dijo Gabriel en su mente. El aire sopló un poco más fuerte, algunas velas empezaron a apagarse y el director, junto con otros profesores, se empezaron a despeinar, por lo que decidieron terminar eso rápido.

-Se les felicita a todos por sus altares, se nota aquí el buen trabajo en equipo –el viento sopla un poco más fuerte- y se les agradece a los profesores por ayudar a calificar los altares de una forma imparcial. Después de nombrar al altar ganador, todos serán llevados a sus aulas, para continuar con sus clases normales, mientras que el grupo ganador será premiado –se hiso una pequeña pausa, todos guardaron silencio y en ese momento todos pusieron atención con los ojos un poco entrecerrados de todo el viento que corría, aunque todos sabían cuál sería el altar ganador- El grupo 1D es el ganador del Concurso de Altares Escolares.

El grupo 1D (grupo donde estaña Gabriel) exploto en gritos incluidos Gabriel, y el viento se relajó. Después del director mandó por el micrófono a todos a sus aulas, pero los del trabajo duro fueron los profesores, ya que ellos son los que andaban arreándolos.

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