Capítulo 1

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El sonido palpitante de aquella máquina, llevaba el control de sus pesados latidos como grandes gotas cayendo de los cielos, parecía que el peso caía sobre sus ojos que se alzaban para darle borrosas imágenes de lo que la rodeaba, mientras los sonidos cada vez se hacían más vividos, como una serpiente una sensación fría la recorrió todo su cuerpo alarmándola, al mismo tiempo diciéndole donde se encontraba y mostrándole quienes la rodeaban.

-Crisálida ¿te encuentras bien?- Pronunciaba una voz profunda y desconocida para ella.

No pudo articular palabra alguna puesto a que aún quedaban borrosas sensaciones de aquel pacifico estado en el que se encontraba, al darse cuenta de que aún se encontraba entre los cielos y la tierra, el doctor se levantó para tomarle la presión y hacer un chequeo de su estado, sentía como si algo dentro de ella se hubiese quebrado para después volver a formarse perdiendo piezas en el transcurso, lentamente comenzaba a despejarse su mente mientras su vista comenzaba a aclararse, sus recuerdos volvían uno tras otro pero sin orden alguno, ni espacio entre ellos y una sensación de angustia la lleno por completo, rápidamente las lágrimas comenzaron a formar riachuelos sobre sus mejillas acompañadas de sollozos ahogados.

Sus ojos almendrados parecían diamantes dorados con aquellas lágrimas cristalinas, coloco su mano queriendo ahogar aquellos ruidos pero sin poder callar sus sentimientos, un fuerte viento llego a ella de golpe acompañado de un ramo de emociones; depresión, tristeza, soledad, culpa e ira. Una vez que el doctor se percató de su estado se acercó a ella y en un intento de tomarle la mano para calmarla se detuvo.

-No se preocupes, el pequeño está bien pues para tener pocos meses aguanto semejante condición y lo bueno es que no hay señal alguna de tener un problema, pero debido a este incidente deberá estar en chequeos constantes.-

Sus palabras la golpearon a tal grado que el sollozo tomo lentamente más fuerza, los tenues riachuelos que cruzaban su mejilla formaron ríos, los ahogados sollozos se volvieron más pesados, acompañado de gritos de desespero mientras el doctor se quedó impactado al ver su reacción, jamás había visto a una paciente en su condición con semejante nudo emocional, algo dentro de él le gritaba que buscara la forma de tranquilizarla, así que le coloco la mano sobre el hombro para decirle: -Todo está bien, todo saldrá bien.-

-Pero yo quiero abortarlo, no quiero a este bebe dentro de mí- dijo con desespero mientras su voz iba ahogándose entre sus lágrimas y llanto, -Yo no quería embarazarme.-

La enfermera que había estado al pendiente de cualquier llamado del doctor, solo la observaba angustiada, en su rostro podía observarse la duda que aquellas palabras había dicho la joven, por su parte el doctor fue apoderado por una enorme impotencia como si le amarraran las muñecas sin poder moverlas.

-Por favor Alicia déjanos solos- tras escuchar decir esto la enfermera se retiró.

-No se él porque de tu decisión, si es a causa de una violación, una noche desenfrenada, o simplemente no es la persona que esperabas para enredarte, pero lo que si te puedo asegurar que se, es que tomando ese medicamente en exceso solo te causaste un paro cardiaco, tal vez porque no sabes que esas pastillas no matan, o es el hecho de que realmente no quieres morir y si es esto segundo se deberá a que no eres tan egoísta como para arrebatarle la vida a un ser que no pidió ser traído a este mundo y no se puede jugar con una vida que no pidió venir a este mundo.-

Extrañamente estas palabras fueron despegando la tormenta que se había formado en su interior, al terminar de hablar le ofrecía una sincera sonrisa pero ella no logro ver aquel gesto pues estaba con la mirada baja e ida en el infinito vacío, organizando sus pensamientos por unos cuantos minutos, minutos en los que el doctor no se alejó de ella.

CrisálidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora